Editorial

Subsidios que no subsanan

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La última versión del Chile Day, celebrada en París y Londres, cobró un especial interés en torno a las conocidas ventajas comparativas del país en industrias como hidrógeno verde, litio, cobre y energías renovables Sin embargo, Chile aún no ha resuelto importantes debates internos sobre cómo capitalizar esas oportunidades, debido a la crisis de productividad y al estancamiento de la economía en el largo plazo.

Uno de los temas que cruzó la gira fue la situación que enfrentan los Pequeños Medios de Generación Distribuida (PMGD), que han mantenido un tenso debate con el Gobierno por el proyecto de subsidio a las cuentas de la luz. La iniciativa establece que el sector deberá financiar anualmente US$ 150 millones de ese subsidio, a través de un cargo transitorio a los retiros de energía que realicen actores del Sistema Eléctrico Nacional. Los cálculos de la industria sostienen que la medida involucrará un recorte de entre 30% y 40% de los ingresos, afectando a cerca de 500 proyectos construidos, que representan inversiones por US$ 3.000 millones.

Cómo bajar los costos de operación del sistema eléctrico es lo que debiera estar en debate.

En el marco de reuniones en Reino Unido, el ministro de Energía sostuvo que la “convicción del Gobierno es que el fin es el subsidio”, como si per se esto fuera una buena política pública. La experiencia muestra que no es así, pues su aplicación es generalmente síntoma de fallas estructurales. Esto vale también para la persistencia del costo nivelado de energía asignado a los proyectos renovables, materia en la que hay un debate abierto en la propia industria respecto de si ya es momento de dejar paso a la acción propia del mercado, en lugar de mantener la intervención.

Igualmente preocupante resulta el hecho de que esta política perjudique a un sector productivo clave para los esfuerzos de descarbonización de la matriz energética.

El reclamo de los PMGD descansa en que no es razonable que un cambio en las reglas del juego afecte las inversiones que se han hecho en generación renovable, entorpeciendo los retornos necesarios para cumplir con las expectativas de inversión que Chile ha proyectado.

Al primer cuatrimestre de 2024, el vertimiento de energía proveniente de fuentes solares o eólicas había escalado más de 185% respecto de 2023, lo que ha motivado la protesta legítima de los proyectos que se verían obligados a asumir los costos de una política errada. En lugar de perpetuar subsidios, el debate debería centrarse en cómo el sistema en su conjunto puede bajar los costos operativos, mediante una integración adecuada de las energías renovables y el fortalecimiento de la red de transmisión.

En el marco de la visita a Londres, el ministro de Hacienda habló sobre cómo enfrentar los lomos de toro que afectan al crecimiento del país en el largo plazo, lo que hace pensar, justamente, en lo desconcertante que resulta que se promueva a la industria de la energía, mientras se llevan adelante legislaciones que la afectan directamente, socavando los esfuerzos por mejorar la competitividad. Los subsidios no subsanan; por el contrario, ocultan las ineficiencias y generan nuevas distorsiones en el mercado.

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