Editorial

Rechazo al sexto retiro, una buena noticia

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El amplio rechazo que tuvo en la Cámara de Diputados el proyecto de ley refundido que agrupaba diversas formas de retiro de los fondos de pensiones, es una muy buena noticia y una señal adicional de que Chile está dejando atrás la ola de populismo que vivimos en estos años. No existen dudas de que los retiros han sido una política nefasta, desde todo punto de vista.

Sorprenden también los parlamentarios que mantienen su apoyo a una iniciativa totalmente contraria al derecho de seguridad social. Promover este tipo de retiros es una forma excesiva de defensa de la libertad individual, sin límites en pro del bien común. Pocas materias tienen mayor consenso que la necesidad de tener sistemas de ahorro obligatorio para la jubilación, ya que dejar esta materia al libre albedrío lleva a una situación de vejez insostenible para parte importante de las personas. Permitir los retiros es en ese sentido una política fuertemente regresiva.

El rechazo a esta política es un alivio para los sectores medios y de bajos ingresos, por su impacto positivo en los precios y en el mercado de capitales.

Por el contrario, el rechazo a esta política es un alivio para los sectores medios y de bajos ingresos, por su impacto positivo en los precios y en el mercado de capitales. Por un lado, hace más fácil iniciar el proceso de reducción de tasas de interés, ya que un retiro tiene un impacto en la liquidez, y por ende, daña el proceso de reducción inflacionaria. Pero más importante aún, el reciente informe de Estabilidad Financiera del Banco Central levantó alertas muy contundentes respecto a la fuerte caída del ahorro de los hogares, el cual fue negativo en 2022. Un retiro adicional habría acentuado este problema, dañando las ya deterioradas proyecciones de crecimiento de mediano plazo.

Este rechazo significa que un nuevo proyecto de retiro de fondos de pensiones no podrá ser presentado hasta un año más. Es probable que en ese momento ya no tengamos el problema inflacionario actual. Es de esperar entonces que eso no sea una causa para revertir el rechazo actual de esta política, ya que sus daños van mucho más allá del problema inflacionario de corto plazo. Esta política es fuertemente negativa para el proceso de desarrollo, por su impacto social, macroeconómico e institucional.

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