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Alto contrasteArgentina quedó virtualmente paralizada el martes, con sus calles vacías como el más austero de los días festivos -en el mejor de los casos-, debido a un masivo paro por 24 horas organizado por el sindicalismo en contra de la aplicación de un impuesto a las ganancias que grava el salario -en medio de una inflación desbordante y la economía por el suelo- por parte del gobierno de la presidenta Cristina Fernández.
La paralización, que ocurre a siete meses de las elecciones presidenciales, se sintió especialmente en el transporte, ya que no funcionaron los buses urbanos, los microbuses de larga distancia, los trenes ni los subterraneos, mientras que circularon sólo algunos taxis. La medida de fuerza, también afectó la actividad en los vuelos -incluyendo los de LAN y otras aerolíneas- y de los puertos. Asimismo, tampoco hubo recolección de residuos ni actividad bancaria, así como transporte de carga.
Pese a que la presidenta Fernández cuestionó duramente la protesta, al atribuir su éxito exclusivamente a la participación de los gremios del transporte y cuestionar el motivo que originó el reclamo, constituye un elemento adicional a una gestión criticada por diversos sectores cuando aún no se apaga el escándalo por la muerte del fiscal Nisman.
