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Alto contrasteEn una reciente entrevista televisiva y respecto de la posibilidad de hacer modificaciones a la reforma tributaria, el actual ministro de Hacienda ha dicho que ya “hay una casa hecha, hay que usarla e implementarla”. Si bien el secretario de Estado se ha mostrado en otras oportunidades abierto a escuchar opiniones en este ámbito, su apuesta por el momento no parece ir por la vía de hacer “reformas a la reforma”, ya que no “quiero abrir la puerta a propuestas donde pasen gato por liebre, como las que al final terminan o bajando la carga tributaria o endosándosela a otros sectores”.
Si bien la postura de la autoridad es atendible a la luz de lo que durante la tramitación defendió con vehemencia el gobierno, a medida que avanza el tiempo aumenta la impresión entre los técnicos de que el conjunto de cambios aprobados el año pasado adolece de complejidades que no sólo tienen sumidas en el desconcierto a las empresas, sino que podrían derivar en una dinámica en donde la meta de recaudación pueda no alcanzarse.
Es así como hoy, el estado de cosas en este ámbito tiene, por un lado, a una autoridad que insiste en seguir adelante con la implementación normativa de la nueva legislación y, por otro, un creciente número de expertos que dice estar constatando que el nuevo marco resulta engorroso, al punto de que algunas de las modificaciones resulten virtualmente inaplicables, quedando incluso en suspenso.
Si bien se trata de un proceso en desarrollo, la autoridad debería atender a los llamados de los especialistas, quienes más que querer pasar “gato por liebre” están acusando problemas que a la larga incluso amagen la meta de recaudación.
