La considerable depreciación que ha registrado especialmente en los últimos meses el peso chileno se enmarca en la fortaleza que ha exhibido el dólar en los mercados internacionales como moneda refugio en medio de inestabilidades en Europa y el mundo emergente, una recuperación de la economía estadounidense y la expectativa de un alza en la tasa de interés por parte de la Reserva Federal -no cabe duda-, pero también se debe a fenómenos específicos de nuestro país, donde el persistente freno de la actividad por el momento no da señas de estar quedando atrás.
En efecto, de acuerdo con un análisis de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), desde que en mayo de 2013 la moneda chilena comenzó a perder terreno frente al dólar, el alza de la moneda estadounidense hasta niveles de $ 615 se puede atribuir a factores externos, mientras que el avance restante de $ 60 a $ 65 pesos -esto es en torno a los $ 680 actuales- se fundamenta en variables particulares de Chile, entre las que menciona el impacto de la caída del precio del cobre en el ingreso nacional y también la mayor incertidumbre empresarial en el marco de la desaceleración por la que atraviesa la actividad económica interna.