La conjunción de diversas situaciones no previstas hace unos meses han configurado un cuadro de mayor estrechez fiscal para el presente año, no descartándose que las cuentas públicas efectivas terminen con un déficit en torno a 3% en 2015, el mayor saldo negativo desde el recesivo año 2009.
En efecto, el débil comportamiento de la actividad y el menor precio del cobre, dos factores de alta incidencia en las cuentas fiscales, han estado lejos de las previsiones barajadas en la confección del presupuesto para el presente año, generando un descalce que podría hacer necesario el concurso de medidas excepcionales para cuadrar las cifras.
Consistente con lo anterior, los expertos estiman que a nivel de balance estructural también sería necesario que las autoridades sinceren las cifras y flexibilicen su compromiso de alcanzar una convergencia incluso hasta el año 2018.
El nuevo cuadro macro que ha derivado en esta situación es uno que, por lo demás, podría persistir en años venideros, a la luz de lo que son las menores expectativas de crecimiento potencial que muchos le asignan a la economía y las tendencias previstas para los precios de los commodities.
El cuadro descrito invita a una reflexión profunda que va más allá de los diagnósticos y soluciones puntuales respecto del cuadro fiscal 2015, y que tiene que ver con cómo se asegura una adecuada salud en las cuentas del sector público sin echar mano a fondos soberanos, venta de activos o mayor presión tributaria. Y allí, por cierto, la respuesta que emerge con nitidez es una y evidente: un mayor y robusto crecimiento de la economía.