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Editorial

El otro lado de la moneda

Jaime Said

Por: Equipo DF

Publicado: Miércoles 22 de abril de 2015 a las 04:00 hrs.

Es difícil lograr mayor transparencia que la Inquisición implementada por Bachelet. Desde la agresiva polarización entre la burguesía y el proletariado, las encuestas nacionales la han despedazado con bajísimos índices de popularidad. Todo comenzó con soberbia, múltiples reformas y un escándalo político que estalló en su gabinete. Aparecieron trenzas familiares en La Moneda, junto con el no explicado financiamiento electoral desde el exterior. Todas faltas graves a la ética. Igualmente desde SQM brotan escándalos que tienen irritada a la ciudadanía por las teorías clasistas y la persecución politica. Hay intranquilidad general.


Es impresentable que ministros cuestionados sigan en sus cargos y que la mandataria no informe sobre el financiamiento del exterior recibido durante su campaña. ¿Cómo ingresaron esos recursos a Chile?, considerando que está prohibido por la ley N. 18.808, cuyo Artículo 30 dice que el financiamiento de los gastos que se realicen en propaganda electoral o plebiscitaria sólo podrá provenir de fuentes de origen nacional. Entonces la ciudadanía se pregunta ¿cómo sucedió esto y por qué es algo legal para la mandataria?


Creo que Bachelet perdió el norte y hay que ayudarla a encontrar el camino del liderazgo que Chile necesita. Después de estos graves accidentes políticos la presidenta deberá gobernar; a pesar de su programa y de presiones de la extrema izquierda, lo deberá hacer como estadista, para todos los chilenos. Pero para aquello, tendrá que enfrentar los temas cuestionados y responder sobre lo que omitió en su silencio.

Bachelet tiene la obligación de mantener a Chile unido, ordenado, fomentando la confianza, la transparencia y asegurando que la justicia actuará siempre despolitizada e independiente para los ciudadanos. Mientras no lo haga el caos seguirá perforando la credibilidad de las instituciones, de los funcionarios públicos y de la justicia.


Los hechos han producido un ambiente tóxico, producto de la falta de liderazgo y de claridad en materia de financiamiento político. Esta legislación no se puede realizar sin transparencia de los casos en cuestión. Se requiere aislar, como se hizo con el caso Penta, es decir, con la misma publicidad mediática aplicada ahora a los casos de amplia difusión. De lo contrario, quedará en evidencia que el gobierno actuó coordinadamente con la justicia con el objetivo de debilitar a la UDI y al sector privado. ¿Por qué se inició con Penta?.

Entiendo que Penta no le dio recursos a la Nueva Mayoría y por lo tanto, no implicaría al gobierno en un escándalo. Por esa razón se le dio duros golpes para que estos salpicaran a la derecha. Con la venganza televisiva durante varios días, se dio inicio a un ciclo politizado de la justicia. Un show de bajo calibre, que ahora le rebota a los acusadores. Al parecer en SQM y Caval los temas son muchísimo más graves.

Aparentemente implican a Bachelet, a su gobierno y a su coalición. Este circo, que no sabía, parece creado para esconder el fondo de la maquinaria financiera que operaba en sus campañas electorales en forma crónica.


Lamentablemente, la atmósfera está enrarecida. Los linchamientos políticos iniciados por este gobierno ya no pueden quedar inconclusos y se necesita ver la otra cara de la moneda. Mientras eso no ocurra, la inestabilidad seguirá. Si se intenta tapar será evidente, como lo de la Onemi, donde la presidenta no avisó oportunamente a la población del norte de Chile para que evacuaran. Metereología anticipó un temporal de magnitud en Copiapó y Antofagasta. De haber tomado medidas a tiempo, se pudieron salvar muchas vidas. Tal como ocurrió con el tsunami de 2010, nuevamente se decidió bajarle el perfil.


Todo Chile ayudará a Bachelet para que gobierne con sentido de estado, siempre que sea con transparencia, justicia y humildad, para así restaurar la unión nacional tan necesaria. Nadie quiere verla creando artefactos explosivos con un grupo minoritario que la asesora en forma equivocada.

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