La tasa de desempleo a nivel nacional anotó en su último registro para el trimestre móvil junio-agosto un aumento de dos décimas de punto respecto del trimestre inmediatamente anterior y de un punto porcentual respecto del período estacionalmente comparable del año previo, empinándose hasta 6,7%. En una pausada pero sostenida dinámica, en donde cuestiones estadísticas asociadas a la nueva encuesta pueden estar incidiendo, la desocupación ha ido aumentando y promete seguir haciéndolo a futuro según anticipan expertos económicos y representantes del mundo privado.
Se trata de una expectativa alineada con lo que son las vivencias de las propias personas, las que según la última encuesta de percepción de desempleo que elabora el Instituto Libertad y Desarrollo no sólo han visto aumentar el número de familiares sin trabajo, sino que también su nivel de pesimismo respecto de la situación laboral a futuro.
El comportamiento que está mostrando el mercado del trabajo, la persistencia y expectativa de que los datos económicos sigan desacelerados por un tiempo y la situación de incertidumbre que algunos agentes económicos dicen seguir percibiendo en torno al proceso político y de reformas que vive el país conforman un conjunto de señales preocupantes y que demandan una adecuada y oportuna atención. La situación de desempleo golpea de manera muy dolorosa a los sectores más vulnerables de la sociedad, hecho de por sí grave, pero que adquiere contornos más preocupantes habida cuenta de la evidencia histórica, la que confirma en forma categórica lo lento y que complejo que resulta reparar este flagelo.