En una economía tan grande como EEUU, las cifras del PIB son revisadas tres o más veces durante cada trimestre, a medida que se recogen y procesan los datos que llegan de todo el país. Esas revisiones suelen traer sorpresas, a veces con fuertes correcciones al alza o a la baja.
Aunque esta vez la mayoría de los economistas apostaba a que el crecimiento preliminar de 2,5% en el primer trimestre no vería un alza significativa, tampoco se esperaban rebajas. Por eso, la noticia de que el PIB creció 2,4% en los primeros tres meses, aunque marginalmente menor que lo esperado, provocó decepción.
Comparado con Europa, EEUU está en un camino más dinámico. Pero, si alguien esperaba que la potencia norteamericana saldría rauda de sus aprietos, ya debe haber cambiado de opinión. La salida de la crisis será larga y difícil. La principal razón es que el colapso encontró al país en una posición fiscal complicada. Y a medida que la emergencia pasa, la tarea de reconstruir las finanzas vuelve a ser relevante.
Las últimas cifras reflejan el fuerte recorte del gasto público. Si no hubiera sido por eso, el PIB habría crecido 3,4% entre enero y marzo, un punto porcentual más.