Noticias poco alentadoras para nuestro país han estado llegando en el último tiempo desde el flanco externo, especialmente desde Asia, las cuales alcanzaron ayer una expresión superlativa en materia de síntomas de mercado, con abruptas caídas a nivel de bolsas globales, cotizaciones de commodities y trastornos en las valorizaciones de monedas.
En el epicentro de los ruidos se encuentra la hoy segunda mayor economía del mundo y principal socio comercial de nuestro país, China, nación que pese a haber dispuesto sucesivas acciones para contener las andanadas especulativas y contener ansiedades respecto del verdadero estado de salud de sus sector real, sigue siendo objeto de severas sospechas por parte de inversionistas y expertos, muchos de los cuales no sólo dudan de la veracidad de algunas de sus cifras, sino que temen que sus autoridades no sean capaces de contener las turbulencias, pese a disponer de una abundante artillería de posibles medidas para abordar la coyuntura.
Para nuestro país, evidentemente, este cuadro no es para nada indiferente y ya ha motivado vehementes llamados de atención a las autoridades por parte de economistas y ex ministros, quienes piden una actitud más proactiva. Lo anterior a la luz de la experiencia de hace poco más de una década y media, con ocasión de la crisis asiática, y en atención a que si bien Chile cuenta con sólidas bases e instituciones de primer nivel, la economía no pasa por su mejor momento debido a los llamados "shocks autómomos". Ello junto a que tanto el fisco como el Banco Central tienen espacios menos holgados para moverse, alientan una actitud de especial cautela.