En un reporte dado a conocer esta semana, la agencia clasificadora Moody´s ha indicado que aunque la popularidad de la presidenta Michelle Bachelet se encuentra en los niveles más bajos de la historia y su agresiva agenda de reformas amenazan con afectar la estabilidad política que ha dominado desde que Chile volvió a la democracia en 1989, nada de ello ocasionará que incremente la carga de deuda del país durante la actual administración, y los fuertes fundamentales macroeconómicos de Chile, los saludables fundamentales crediticios de sus bancos, y las posiciones de mercado y de acceso a financiamiento de sus compañías no financieras calificadas, ayudarán a que la nación mantenga su calidad crediticia a pesar del menor crecimiento que atribuyó a "ciertos factores locales" y la caída en el precio del cobre.
De esta manera, Moody´s -que tiene a Chile con una nota Aa3 y perspectiva estable-, ha respaldado la solidez de las cuentas chilenas, lo que ciertamente constituye una buena noticia en momentos en que la incertidumbre que se ha apoderado del ambiente de negocios por la ola de reformas en las que se encuentra embarcado el gobierno, el persistente freno económico y el desplome en la inversión, que configuran el desalentador panorama económico actual del país.
Por cierto, ello no quita fuerza y vuelve a poner en el tapete el clamor en los distintos sectores productivos e incluso de políticos de la propia coalición oficialista en cuanto a que el gobierno implemente un efectivo programa de medidas reactivadoras que permitan salir del marasmo en que se encuentra la actividad y recuperar las confianzas que La Moneda no ha conseguido volver a ganar.