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Un 7,5% chino con muchos reflejos

A fines de la semana pasada hubo una reunión en el Fondo Monetario Internacional (FMI) donde se planteó que América Latina seguirá capeando en mejores condiciones...

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A fines de la semana pasada hubo una reunión en el Fondo Monetario Internacional (FMI) donde se planteó que América Latina seguirá capeando en mejores condiciones los efectos de la crisis global, gracias a la demanda por parte de China. Pero el lunes 5, al inaugurar las sesiones anuales de la Asamblea Nacional Popular, el primer ministro Wen Jiabao hizo un anuncio que ocupó páginas en todas partes: la meta de crecimiento chino para este año sólo será del 7,5%.

Como el escenario global está acostumbrado a un enorme crecimiento chino, con un promedio del 10% anual en treinta años, la inquietud se extendió. Ello tuvo sus efectos inmediatos en las bolsas europeas y norteamericanas y no faltaron quienes también encendieron luces rojas en algunos medios latinoamericanos.

Pero debemos ir por partes. Lo primero es constatar que China está apostando a un aterrizaje suave de su economía. Y eso es obvio en un año como éste, donde las tendencias (algunos hablan de nueva izquierda y nueva derecha) se están jugando sus cartas para influir ante el próximo Congreso del Partido Comunista, en siete meses más. No sólo se elegirá al nuevo secretario general del PCCh (todos sabemos que será Xi Jinping), sino a la cúpula gobernante y a los miembros del Consejo de Estado. Y en el Congreso habrá quienes impulsen prioritariamente más desarrollo social y otros el desarrollo económico en lo que llaman “capitalismo avanzado con características chinas”.

Lo más probable es que se conjuguen esas dos miradas. Ambas tienen un objetivo mayor: China no puede perder el paso, el crecimiento debe mantenerse, pero a la vez es esencial cuidar aquellos factores que determinan el apoyo de la sociedad: control de la inflación, acceso a la vivienda con precios razonables, unido a más calidad de vida en todos los aspectos. Y, por cierto, no se trata de cualquier sociedad: es aquella donde las clases medias se seguirán expandiendo.

El segundo gran tema es la reorientación en el crecimiento. Si toda la fuerza en los últimos treinta años estuvo en la expansión de las exportaciones a los mercados mundiales, China vuelve la mirada a su mercado interno: una enorme reserva -más que toda América Latina junta- que ha vivido un tanto al margen del boom económico chino. En consecuencia, ese crecimiento hacia el interior significa expansión y desarrollo en las provincias y ciudades donde hay mucho por hacer (por eso no habrá mayores problemas con nuestras exportaciones de cobre) y donde nuevas demandas activarán el consumo (más espacio para nuestra producción agrícola).

Los desarrollos que traerán la modernización y el cambio de la economía china de aquí al 2020 son de grandes alcances. Si uno lee el reciente informe elaborado por el Banco Mundial y Centro de Estudios del Desarrollo del Consejo de Estado de la RPCh (China 2030: Building a Modern, Harmonious, and Creative High-Income Society) ve clara las tendencias. Hay que hacer ajustes y son importantes, especialmente en innovación, resguardo medio ambiente y expansión del sector privado, como Robert Zoellick lo subrayaba en días pasados. Pero la proyección es una sola: China seguirá avanzando para convertirse en la primera economía mundial no mucho más allá del 2020.

Y entonces aquí llegamos a una tercera realidad: América Latina y China. Esto requiere verse con más sutilezas porque una cosa es la América del Sur y otra Centroamérica y México, cuyo 85% de exportaciones va a Estados Unidos. Allá son competidores. Los países sudamericanos son complementarios con la economía china. ¿Está en peligro su situación con el 7,5% anunciado por Wen Jiabao? En absoluto, se refuerzan en su condición de proveedores de materias primas, especialmente minerales y agrícolas. Ese crecimiento interno hacia el cual se orientará la estrategia ofrece oportunidades que debemos tomar. Sólo una preocupación: cuidarse de una ola de inversiones cuya presión desestabilice nuestro sistema financiero. Ya conocemos la historia.

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