Pago a proveedores: la condena de Chile
Tomás Sánchez Director ASECH Co fundador Alma Suite @TomsAwaki
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Tomás Sánchez
La semana pasada el indicador de pago a proveedores -que construye la ASECH con la Bolsa de Productos- nuevamente subió, es decir pasamos de 44 a 55 días promedio para el pago de facturas. Derechamente las grandes empresas se siguen riendo en la cara de las pequeñas y medianas, de pasada condenando al país al sub desarrollo. Si aumentamos nuestro per-cápita sólo en base al crecimiento de las 2.000 grandes empresas, claramente no tendremos un desarrollo sustentable y equilibrado que disminuya la desigualdad.
Daron Acemoglu en su libro “Por qué fracasan las naciones”, hace una distinción clara: los países exitosos son aquellos que lograr desarrollar instituciones inclusivas, versus los países sub desarrollados donde prevalecen instituciones extractivas. Las primeras, promueven amplio acceso a oportunidades para todos, amparado en leyes, mientras las segundas tienen una lógica de privilegio para unos pocos, con un consecuente grupo oprimido. Por instituciones entendemos organismos de gobierno, pero también leyes y patrones culturales. En este caso, el que las empresas grandes le paguen a las pequeñas, es una institución extractiva, donde un grupo con una posición de poder, hace abuso de éste y mantiene a las pymes en una situación precaria.
En los últimos años se ha visto un auge del emprendimiento en Chile, desde nuevos fondos de inversión hasta aceleradoras de negocios en universidades, pasando por iniciativas de gobierno como la ley de empresas en un día o Escritorio Empresa, para la simplificación de trámites. Sin embargo, esto en el largo plazo tendrá un bajo impacto si no logramos evolucionar las instituciones que ahogan a las pequeñas empresas, en puntos que son cruciales para el desarrollo de cualquier negocio, como lo son los plazos de pago a proveedores. La lógica extractiva de grandes empresas en desmedro de las pequeñas, es lo que pone en jaque nuestro desarrollo cómo país.
Las empresas quiebran por falta de caja, antes que por malas utilidades. Y justamente con un mercado financiero poco amigable con las pequeñas empresas, las grandes le pegan en el talón de Aquiles de cualquier emprendimiento: su liquidez. Necesitamos menos lindas declaraciones y más acción. Los grandes empresarios y los gremios que los representan suelen clamar que son un aporte para el país y el motor de la economía. Pero la dura verdad es otra: solo mueven sus negocios, a expensas de quienes tienen menos poder de mercado. Si es verdad su ánimo de contribuir al país y reconciliar a las empresas con la sociedad, les propongo partir por algo simple y fácil: paguen a tiempo tal como sus clientes lo hacen con ustedes. El resto es música.