Empresas más allá de las lucas
Tomás Sánchez Director ASECH, Co fundador Alma Suite @TomsAwaki
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Tomás Sánchez
En una de mis últimas clases de Ingeniería Comercial, el profesor nos pregunta “¿Para que están las empresas?”. Después de 5 años reflexionando al respecto, todos dan respuestas sofisticadas, usando más de un termino rimbombante estilo “shareholders”. Pero la respuesta es simple: “Para ganar plata”. Una empresa, en el sentido moderno de la palabra, es un equipo u organización que ordena una serie de decisiones y acciones tras el fin último de generarle riqueza a los accionistas. Sin embargo, somos cada día más los que estamos en desacuerdo con esa afirmación.
Hace dos semanas, los diputados Maya Fernández (PS) y Felipe Kast (Evopoli) firmaron el ingreso del proyecto de Ley de Empresas de Beneficio Colectivo. Este proyecto busca crear una figura o respaldo legal para empresas que declaran que su fin último no es sólo la rentabilidad, sino que también el impacto social y ambiental. Las llamadas “empresas con propósito” buscan usar la fuerza del mercado para generar un impacto positivo en diferentes aspectos sociales y medio ambientales, mientras al mismo tiempo son capaces de ser rentables y ser sustentables. Lo importante de la legislación es dar un respaldo para que los gestores y accionistas puedan, por ejemplo, tomar decisiones que beneficien a sus empleados o comunidades en desmedro de la rentabilidad, y esto no sea una falta imputable legalmente (como lo es hoy).
Los emprendedores y las empresas son el motor de la sociedad y la economía. El capitalismo ha sido el único modelo capaz de generar riqueza, sacar personas de las pobreza y eliminar castas sociales. Basta con mirar el cambio que tuvo China al pasar de un modelo a otro, o de Europa, de una sociedad feudal a una de mercado. Sin embargo, también podemos ver en ambos ejemplos lo nocivo de cuando las empresas tienen como único fin la rentabilidad, en desmedro de los intereses sociales y ambientales: China hoy tiene el 90% de sus aguas contaminadas y en EEUU a pesar de ser uno de los países más ricos, es uno donde la desigualdad aumenta, no disminuye.
La evolución del modelo, es uno donde se ajusta este motor. Donde las empresas y sus clientes entienden que el único camino sustentable es uno que considera más que sólo el precio para tomar decisiones. Recuperar las confianzas y cambiar el paradigma antagónico entre empresa y sociedad, pasa por hacer explicito el rol social éstas, que va más allá de dar empleo. Significa tomar los problemas sociales y hacerlos parte de su negocio. Los emprendedores y empresas tenemos la agilidad y el músculo para resolver los desafíos que enfrenta el mundo hoy, sólo tenemos que atinar: no hay que ser fundación para construir un mejor país, también lo podemos hacer mientras generamos riqueza.