IPoM | Un duro golpe de realismo
Rodrigo Aravena González, Economista Jefe – Banco de Chile.
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Rodrigo Aravena
Sin duda, la fuerte corrección en la proyección de crecimiento marcó el IPoM de ayer. Más allá que el ajuste fue en la dirección esperada, el informe nos muestra, con una gran claridad y rigurosidad, que el escenario podría ser peor de lo que estamos pensando. Por esto, más allá de las cifras, creo que vale la pena detenerse en los siguientes puntos:
Primero, que estamos trabajando información incompleta, lo cual genera mayores riesgos de sucesivos cambios en el escenario base y, por ende, en las respuestas óptimas de política. A la fecha, sólo conocemos una cifra de Imacec post crisis (octubre), de un mes que fue afectado parcialmente. Al no tener información de noviembre, estamos lejos de evaluar el real impacto del conflicto en la actividad y empleo. Sin embargo, información preliminar, como el fuerte deterioro en las encuestas de confianza y el aumento en las desvinculaciones en empresas el último mes, sugieren que estaríamos ad portas de una recesión técnica.
Debemos considerar, además, que estamos ante un shock material, que resulta difícil de comparar tanto por su intensidad como por su origen. Para tener alguna idea de la magnitud, puede ser útil comparar el actual ajuste en la proyección de PIB (2,25 puntos en relación al IPoM anterior), mientras que en 2009, luego de la caída de Lehman Brothers, el ajuste entre informes fue de 1,75 puntos.
En relación a su naturaleza, las últimas recesiones que ha enfrentado Chile han sido el resultado de factores externos, mientras que la actual es local. Incluso para la crisis de 1982, donde hubo un mayor deterioro local, las condiciones estructurales y el marco de política lo hacen poco comparable, dificultando aún más el análisis macro.
Un tercer elemento a considerar, con especial atención, es que las herramientas para enfrentar una crisis de este tipo pueden ser totalmente distintas a las de una recesión cíclica, donde el espacio para hacer política contracíclica juega un rol clave, tal como lo vivimos en Chile el 2009. En este caso, donde predominan factores políticos y un gran daño de infraestructura, las herramientas tradicionales de política económica pueden pasar a segundo plano. Esta idea es presentada con una gran claridad en la página 8 del IPoM, donde se señala, en relación a la necesidad de lograr acuerdos transversales: “Sin embargo, de no darse este escenario, la evidencia sugiere un panorama para la economía que será significativamente más sombrío, donde incluso el empuje conjunto de la política monetaria y fiscal será insuficiente para evitar una recesión y un aumento persistente del desempleo”. Más claro imposible.
Por ahora, sólo nos queda esperar y confiar en que algunas señales vistas durante los últimos días sean la antesala de una mejora gradual que, tal como asume el escenario base del IPoM, nos permita volver a crecer, y con ello, sacar las lecciones adecuadas para volver a trabajar por el anhelado desarrollo de Chile.