Hay que “shortear” Apple
Rafael Rodríguez Presidente Seminarium Penrhyn International
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Rafael Rodríguez
Hace un tiempo compré en iTunes una selección de unos cientos de canciones y grupos de la década de los 70, seleccionados de un libro espectacular que regaló Euroamérica hace unos años. Disfruté de mi música con mucho agrado en especial cada vez que hacía largos viajes en auto. De vez en cuando pensaba en el privilegio que era el poder disfrutar de la tecnología aplicada a la calidad de vida.
Desde 2016 sin embargo, Apple, la empresa fabricante de mi teléfono me empezó a enviar unos mensajes que me sugerían cambiar el sistema operativo de mi iPhone 6, cosa a la cual me negaba después de leer las condiciones y términos que debía aceptar, las que no me gustaban.
Apple, sin embargo, tenía una política de lograr que me cambiara por la razón o la fuerza y me empezó a hacer bullying, enviándome dichos mensajes cuando estaba escribiendo un mail o enviando un whatsapp, algunos de ellos urgentes.
Tenía que apretar en tres pantallas un mensaje postergando el cambio (no daban la opción de elegir “no me moleste más”). Pasaban unos días o a veces algunas horas y volvía el mismo procedimiento.
Varios cientos de veces lo rechacé, hasta que aconsejado por uno de mis hijos acepté el “sugerido” cambio, perdiendo parte de mis libertades, traspasándole derechos a Apple que no quería traspasar y accedí a cambiar cansado por el acoso.
Ahí empecé a sufrir el cambio. Ya no puedo acceder a mi música de la forma fácil y automática cuando aprieto el ícono donde aparecía; ahora me lleva a una tienda de Apple donde me ofrecen un servicio recurrente de música que no quiero, pero lo peor es que no me deja entrar como antes a mi stock de música (debidamente comprado al mismo Apple). Está, pero hasta a mis hijos les cuesta llegar. Más de una vez no lo he logrado.
Me pregunto, qué derecho tiene Apple de imponerme el pasar por su tienda de suscripción si yo no quiero, cambiándome las condiciones unilateralmente. Hoy no puedo escuchar mi música porque no puedo llegar a ella.
Posteriormente leí que Apple estaba deteriorando a propósito sus celulares antiguos para “forzar” a los clientes a cambiarse a teléfonos más modernos. Ahí me cuadró todo, Apple tiene que estar en dificultades porque cuando una compañía usa la fuerza para mejorar sus resultados es porque ha perdido la ruta de hacerlo mejorando la satisfacción de sus clientes, aumentando el valor de sus productos y servicios, no empeorándolos.
Soy un admirador de la Constitución Americana y en particular de sus tres palabras iniciales: “Nosotros el pueblo”. El resto del texto consagra la supremacía del pueblo por sobre el Estado. En 1984 Steve Jobs usó dicho concepto magistralmente en el lanzamiento de Macintosh. Desgraciadamente, hoy Apple pasó a ser el Gran Hermano, el Estado que la Constitución Americana quiere evitar.
Voy a lanzar mi modesto martillo en contra del Gran Hermano, voy a “shortear” Apple y me voy a ir largo en un competidor. Creo que voy a ganar plata, cuando se llega a este punto cuesta muchos trimestres de inversión el revertir las cosas. Demás está decir que mi próximo teléfono no va a ser Apple. Hay mejores y que respetan más a sus clientes.