Serlo y parecerlo en materia de utilidades
Por segunda vez en el año las utilidades de las Isapres sorprendieron a la opinión pública...
- T+
- T-
Rafael Mies
Por segunda vez en el año las utilidades de las Isapres sorprendieron a la opinión pública con un crecimiento de más de un 50% respecto del año anterior. En términos absolutos y de acuerdo a los datos publicados recientemente por la Superintendencia de Salud, las ganancias de este sector ascienden a más de $ 47 mil millones.
Si bien existen un sinnúmero de explicaciones técnicas que justifican la “moralidad” de estos resultados como son: el aumento de los usuarios que han incrementado el número de cotizantes, el mayor servicio prestado a pacientes AUGE o el legítimo aumento de precios de los planes, los tiempos no están para que una institución de tal relevancia social obtenga ese nivel de utilidades sin una clara correspondencia con los beneficios sociales que ella genera.
No tengo dudas que el sistema de Isapres ha sido beneficioso para el país, sin embargo, mi opinión es irrelevante frente a una gran mayoría ciudadana que considera que el lucro excesivo en instituciones que satisfacen derechos fundamentales; como la educación o la salud, es una inmoralidad (sino hay que ver cualquier encuesta sobre este tema).
En el mismo sentido me parecen nulas e incluso contraproducentes las declaraciones de personas relacionadas con el mundo de las Isapres, esgrimiendo argumentos técnicos que justifican el derecho a percibir esas utilidades.
Más vale aceptar que los tiempos han cambiado y que toda institución se debe en primer lugar a la comunidad donde ella se encuentra inserta. Hace tiempo se viene haciendo patente que la sociedad civil no es una entelequia sino una colectividad real, que no solo tiene la capacidad sino el derecho, e incluso el aval del gobierno, para opinar sobre la legitimidad de la existencia de la empresa privada y del retorno económico de sus actividades.
Es por ello que el lucro en la empresa privada, en particular en las Isapres no sólo debe ser legítimo, sino además parecerlo. En este sentido, a mi juicio, ha habido una tardanza inexcusable de estas empresas en mostrar todos los beneficios que ellas generan para la sociedad.
Es altamente desconocido para la mayoría de los chilenos el sinnúmero de actividades de responsabilidad social empresarial que muchas empresas realizan, la cantidad de empleo que generan y la forma concreta en que ellas devuelven a la sociedad el privilegio que tienen por poder ofrecerles un bien o servicio.
Son muchas las empresas y empresarios verdaderamente comprometidos con el país y su desarrollo y que destinan gran parte de sus ganancias a mejorarle el rostro a Chile. Existen también otros que no han tenido la misma generosidad, a los que hoy se les impone hacerlo ya sea por altruismo o por obligación.
En todo caso, creo que es el momento para que la empresa privada, de una vez por todas realice un esfuerzo tanto comunicacional como de hechos que muestren este rol social fundamental que ella cumple y el papel esencial que tiene en el bienestar social del que goza el país.