El Desarrollo Económico es el conjunto de transformaciones estructurales que permiten transformar una economía agrícola en una economía industrial avanzada. En el caso de Chile, el comienzo del proceso del desarrollo intensivo se ubica a mediados del decenio de 1830. Antes de ese período, Chile era una economía agrícola, con un PIB per cápita prácticamente constante.
Entre 1835 y 2012, el PIB per cápita de Chile (a precios constantes) creció 15,8 veces, lo que representa un ritmo de crecimiento promedio de 1,57% anual. El PIB per cápita en 1835 alcanzaba en Chile alrededor de US$ 71, los que corregidos por la inflación del dólar representan US$ 1.136 en moneda actual. Chile se ha desarrollado, si bien a un ritmo algo lento. Como lo describo en detalle en mi libro “Chile y su Desarrollo Económico en el Siglo XX” (Editorial Andrés Bello), nuestro país fue un verdadero laboratorio económico en la cual se ensayaron todas las políticas económicas posibles de concebir. El resultado fue sistemáticamente frustración y lento crecimiento. Tan sólo la apertura de la economía a partir de 1975 y la serie de reformas económicas permitieron construir un modelo económico exitoso en términos de acelerar el crecimiento del país. Este modelo, con ligeras modificaciones introducidas por los gobiernos de la Concertación, ha sido implementado con éxito hasta la actualidad, logrando los mayores niveles de bienestar de la historia para el chileno medio.
Entre 1975 y 2012, Chile ha experimentado el mayor salto en el ingreso per cápita de su historia. El PIB per cápita en dólares de 2012 alcanzaba a US$ 2.350 en 1975 y había crecido a US$ 16.183 en 2012. El chileno medio en 2012 era 6,9 veces más rico que en 1975. La inflación ha bajado desde el 340% anual a menos del 3%. La pobreza ha caído desde más del 45,1% al 14,3% de la población. La esperanza de vida al nacer ha aumentado desde 64 años hasta 79 años en ese periodo. La mortalidad infantil se redujo desde 50 niños por cada mil a menos de 9, gracias a una cobertura prácticamente total en agua potable y alcantarillado en zonas urbanas. La matrícula en la educación superior subió desde 120 mil alumnos a más de un millón. El modelo económico chileno ha sido exitoso y ha sido copiado por muchos vecinos latinoamericanos.
Parte del incremento de ingresos de los chilenos se debe también a un factor de suerte. El gran incremento en el precio del cobre a partir de 2004 “infló” el PIB per cápita. Si el precio del cobre a futuro retrocediera a US$ 2 la libra, el PIB per cápita disminuiría desde US$ 16.183 a sólo US$ 12.000.
Para alcanzar el desarrollo, Chile debe alcanzar un PIB per cápita de US$ 30.000. Para esto debe sortear a futuro tres obstáculos importantes. El primero, es evitar que se tire por la borda el modelo económico chileno y construir un estado benefactor, que ha mostrado su fracaso en todas partes. El segundo, es lograr acomodar en forma exitosa la futura normalización de los términos de intercambio y el consecuente retroceso en el PIB per cápita. Esto ocurrirá cuando el precio del cobre retorne a sus niveles históricos. El tercero es volver a reactivar el crecimiento liderado por las exportaciones, única forma de asegurar altos ritmos de crecimiento del PIB.