Pensiones: hablemos de parámetros
Paulina Yazigi S. Presidenta de la AAFP
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Paulina Yazigi S.
Las decisiones que se toman en el ámbito previsional tienen consecuencias de largo plazo, por eso es importante no perderse: los sistemas de pensiones del mundo que consideramos superiores tienen todos mejores parámetros que el nuestro. En Chile, han cambiado variables económicas, demográficas, y sociales, pero no hemos actualizado el diseño de nuestro segundo pilar previsional desde su creación.
¿Qué son los parámetros? Son variables dentro de un sistema o función que, modificándolas, alteran el resultado de este. Algunos son, en teoría, más fáciles de cambiar, ya que son variables del diseño del sistema de pensiones, mientras que otros tienen que ver con el comportamiento de las personas.
“Si bien en los últimos 20 años Chile ha venido perfeccionando el sistema, hemos postergado legislar sobre las variables clave que nos podrían llevar a mejorar las pensiones por la vía del ahorro individual en el segundo pilar, aliviando una potencial carga fiscal futura”.
En nuestro sistema de pensiones, y en todo el mundo, los parámetros fundamentales son la tasa de cotización, la densidad y cobertura (cuan frecuentemente ahorran y cuántas personas están cubiertas bajo los distintos pilares), la edad de jubilación, la tasa de rentabilidad de los ahorros invertidos, y el aporte estatal, principalmente en el pilar solidario.
Si bien en los últimos 20 años Chile ha venido haciendo mejoras al sistema, siendo la más reciente la introducción de la PGU en el pilar solidario, hemos postergado la legislación sobre aquellas variables clave que nos podrían llevar a mejorar las pensiones por la vía del ahorro individual en el segundo pilar, aliviando una potencial carga fiscal futura.
La importancia de hacer mejoras en los parámetros ha sido levantada en distintas instancias, como las comisiones Marcel y Bravo, en estudios (FMI y otros) y, por diversas razones, no se ha logrado legislar. Por ejemplo, en el “OECD Economic Surveys CHILE 2022” se menciona que: “…futuras reformas deberían centrarse en mejorar el sistema de pensiones contributivas chileno ajustando los parámetros en términos de tasas de contribución, edad de jubilación y el número de años que los trabajadores contribuyen efectivamente”.
Hoy nuestra tasa de cotización es baja comparada con el promedio de la OCDE, que está por sobre 18%. Un cálculo simple lleva a que, si eleváramos la tasa de ahorro individual desde 10% a 16%, las pensiones, sobre todo de las generaciones más jóvenes, podrían subir en torno a 60%.
Con esto se haría únicamente la “mitad de la pega”, porque no sólo se necesita que un trabajador ahorre más, sino que ahorren más trabajadores. Esto es más complejo, porque se pasa del ámbito previsional al laboral y a la informalidad. Notemos que hoy en Chile los hombres en promedio están cotizando cerca de 22 años, y las mujeres sólo 15. Pero es importante empezar desde ya, porque por cada 10 años cotizados, sobre todo empezando en las etapas más tempranas, se eleva la pensión en más de 40%.
Otros temas más complejos, por motivos políticos o técnicos, pero que son igual de importantes, son la edad de retiro y mejorar el régimen de inversiones. Un año más de trabajo a los 65 años puede implicar hasta un 10% de mayor pensión. Hasta hoy, cerca de 60 países han legislado en torno a este tema. En inversiones, 1% de mayor retorno puede implicar un incremento de hasta 25% en la pensión, otro tema postergado.
Es por esto que no debemos perdernos en el debate. Si tan solo lográramos en cada parámetro la mitad de las mejoras acá mencionadas, todas combinadas y potenciadas podrían llevarnos en el mediano y largo plazo a duplicar nuestra pensión (un aumento de 100%).
Si esto lo hemos sabido por tantos años, no es ahora el momento de olvidarlo.