Una nueva Constitución y la antigua sedición
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Olga Feliú
El estudio y aprobación de una nueva Carta Fundamental no tiene aun proposiciones de cambios concretos, salvo referencias indeterminadas a los quórum, rol del T.C. y la excesiva protección al derecho de propiedad.
Sí, ha sido reiterado que el proceso constituyente se hará desde las bases de la sociedad, donde surge la Asamblea Constituyente que estaría formada por personas –no se sabe elegidas por quién, ni cómo- que representarían a la sociedad toda y expresarían su sentir para plasmarlo en una nueva Carta Fundamental.
Pues bien, pese a la persistencia de los anuncios, desde hace 18 meses el país está en espera de conocer de manera concreta los detalles del proceso constituyente. La total incertidumbre sobre esta materia, es un factor que sin duda afecta las decisiones de inversión de los privados, quienes antes de arriesgar su patrimonio esperarán respuestas.
Estimamos sin embargo, que la determinación de quién estudiará y propondrá los cambios constitucionales -tema absolutamente relevante-, admite constitucionalmente solamente una opción: el Parlamento. Los atajos, como dijo el ministro del Interior, no son aceptables constitucionalmente y así lo debiera declarar el T.C. si es requerido para ello. Pues bien, entre tales atajos, se encuentra la A.C. que es mirada con simpatía no sólo por algunos profesores y profesionales sino también por un grupo de parlamentarios quienes cuando fue el momento cúlmine de esta proposición, al término de cualquier intervención o votación en su Cámara o en actos públicos, como ocurrió el 21 de mayo en la Cuenta Presidencial, decían la frase mágica A.C. o desplegaban una chapa identificadora de esta preferencia.
Al actuar de esa forma los parlamentarios debieran recordar que les está prohibido instar a tal A.C., bajo sanción de cese de sus funciones pues, según la obligatoria Constitución vigente, "cesará el Diputado o Senador que de palabra o por escrito ... propicie el cambio del orden jurídico institucional por medios distintos de los que establece esta Constitución".
Así, si bien los parlamentarios por A.C. pueden instar los cambios constitucionales que consideren adecuados por mociones legislativas en que así lo propongan, ellos se encuentran impedidos de proponer A.C. sin modificación constitucional, bajo sanción de cese.
De igual manera la proposición Presidencial sobre el proceso constituyente, si se persiste en hacerlo, deberá, en definitiva, materializarse en un proyecto de modificación constitucional, atendido que los órganos del Estado están obligados a someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ellas y a garantizar el orden institucional de la República, como asimismo el que ningún sector del pueblo ni individuo alguno pueda atribuirse el ejercicio de la soberanía.
En la Constitución de 1925 la transgresión a estos preceptos estaba sancionada como sedición, en la actual, da origen a responsabilidad política.Así, la primera y más importante de las certezas que se debe otorgar a las personas, es que se asegure que todos los cambios que se realicen respetarán las bases institucionales del país. Sin dicha condición, no hay posibilidad alguna de se recuperen los niveles de inversión y la economía languidecerá cada día más.
Tan relevante como la forma en que se dicte la nueva Carta Fundamental, es el rigor con que se determine su contenido. Los análisis y estudios indefinidos e inciertos en la forma y en el fondo sobre cambios constitucionales, para todos los sectores económicos, resultan inconciliables con una razonable estabilidad. Ello es particularmente preocupante cuando se observa que muchas de las reformas legales que se han propuesto son técnicamente muy defectuosas, y se han impuesto por el peso de una mayoría política, sin diálogos ni acuerdos que permitieran mejorarlos y enriquecerlos, y determinar si es que ellos fueren efectivamente convenientes para perfeccionar los sistemas vigentes. De no adoptarse pronto las decisiones pertinentes, el camino del crecimiento y la prosperidad se alejará, con un regreso imposible de prever.