Reglas, no discreción
Miguel Ricaurte, economista jefe Banco Itaú
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Miguel Ricaurte
La semana pasada una turba se tomó el Capitolio, en Estados Unidos, buscando presionar a los legisladores para que aplicaran discreción, y no la ley, al momento de certificar el resultado de la reciente elección presidencial. Finalmente primó el orden, pero el episodio resalta la importancia que tienen las reglas frente a la discreción en las interacciones humanas.
Reglas y economía del comportamiento. Como no siempre podemos contar con la “buena voluntad”, los agentes económicos entendieron temprano que es necesario contar con incentivos que induzcan a un comportamiento que permita alcanzar el mayor beneficio en una interacción socioeconómica. Herramientas como contratos, cámaras arbitrales, jueces y cortes, tienen como objetivo transparentar y hacer cumplir las reglas que permiten una convivencia ordenada entre agentes. En ausencia de ellas, habría quienes preferirían maximizar su beneficio personal a costa del bienestar de todas las partes, lo que en economía llamamos un Pareto sub-óptimo. No es coincidencia que psicólogos infantiles aboguen por que los cuidadores de infantes apliquen de manera coherente un set de reglas simples y claras, con consecuencias medibles, para lograr el comportamiento deseado.
Reglas en la política monetaria. En las décadas de los 70 y 80, muchos bancos centrales eran manejados con propósitos difusos y hasta contradictorios, resultando en episodios de hiperinflación o crisis financieras o externas. Para garantizar el bienestar económico, los hacedores de política optaron por enfocarse en objetivos como la estabilidad de precios (inflación) y el correcto funcionamiento del sector financiero (bancario). Con estos objetivos en mente, bancos centrales independientes (que no se usan para financiar al tesoro público), con metas claras y medibles, están al centro de la política monetaria moderna. Aquellos que han actuado apegados a dichas reglas han cumplido con éxito sus objetivos. Es así como Chile no ha tenido crisis bancarias/financieras desde los años 80, y tras la adopción del esquema de metas de inflación, ésta se moderó desde casi 30% hasta promediar 3,2% en las últimas dos décadas.
Reglas en política fiscal. El libro “Mejorando el Marco Fiscal de Chile: Lecciones de la Experiencia Doméstica e Internacional”, co-editado por el Fondo Monetario Internacional y el Ministerio de Hacienda en 2019, argumenta que un marco de política fiscal transparente, medible y robusto a través del tiempo es necesario para guiar la planificación de la política fiscal. Chile cuenta con una regla de gasto (el balance estructural o cíclicamente ajustado) desde 2001 que, junto con un esquema de planificación financiera de mediano plazo, ha entregado disciplina fiscal al limitar el crecimiento del gasto en épocas de bonanza.
Sin embargo, el alto grado de discreción en la definición de los parámetros de dicha regla, así como de las métricas de cumplimiento, resultó en un incremento acelerado de la deuda pública en la última década, desde 8,4% del PIB en 2010 hasta 27,9% en 2019 (y más de 35% este año). El documento sugiere robustecer el esquema de reglas adoptando, entre otras cosas, anclas de mediano plazo (como niveles objetivo de deuda/PIB) y cláusulas de escape para hacer frente a episodios extraordinarios como el de la pandemia, así como mecanismos explícitos y no discrecionales para retornar a una senda sostenible de deuda.
Es importante, también, que el principio de “reglas por sobre la discreción” impere durante la discusión constituyente que vendrá, para acotar situaciones potencialmente sub-óptimas más adelante.