Megáfono en mano
La imagen del Presidente rompiendo el protocolo y dirigiéndose, megáfono en mano, a un grupo de protestantes, recorrió el mundo. El Mandatario empatizó con los manifestantes y les ratificó la meta de construir 260.000 viviendas durante su Gobierno. “No puede convertirse en un agitador social” , criticaron algunos. Otros dijeron que sería un “tongo” , pues la protesta era liderada por un asesor del Minvu y funcionario municipal con un sueldo bastante decente.
A mí me parece que no tiene nada de censurable que el Presidente ocupe su liderazgo para solidarizar con los manifestantes. Más aún si ratifica, de cara a ellos, su ambiciosa meta de construir una cantidad significativa de viviendas. El problema es que esa meta no se ve fácil de lograr.
Para lograrlo, se requieren cambios muy profundos. Partiendo por el sabido tema de los per‐ misos. Las inmobiliarias tienen que superar mil obstáculos para poder iniciar obras y para poder dar por recibido un proyecto habitacional. Numerosos proyectos están paralizados o judicializados, como el de Plaza Egaña en Ñuñoa o Las Salinas en Viña. Hay edificios construi‐ dos y deshabitados en Recoleta y otras comunas. Sólo en Estación Central hay 5.500 departa‐ mentos, en los llamados “ghettos verticales” y no se ha resuelto qué hacer con ellos.
Sería un avance agilizar los permisos, pero no será suficiente. Se requiere un cambio de men‐ talidad. Existe amplio apoyo a la demanda por viviendas (el sueño de la casa propia es un anhelo ampliamente compartido), pero poco respaldo a la oferta. La construcción de casas y departamentos recibe críticas y dilaciones en todas las comunas. Autoridades locales quieren viviendas, pero sin inmobiliarias. Es como querer promover la lectura, pero sin editoriales.
Otros factores que dificultan el cumplimiento de la meta son la escasez de suelo (Marcial Echeñique: “el precio del suelo ha aumentado seis veces desde 1990”) y la situación econó‐ mica. Sólo este año han quebrado 72 empresas constructoras, muchas de ellas ligadas al desa‐ rrollo inmobiliario.
El resultado es que las viviendas se encarecen día a día, alejando el sueño de la casa propia. En un encuentro organizado por Techo y la Cámara Chilena de la Construcción, Iván Poduje mos‐ tró una encuesta UC donde hace pocos años el 40% pensaba que un trabajador podría comprar una casa propia, y hoy eso lo cree menos de un 5% de la población.
Ante la falta de políticas urbanas claras, se producen efectos fuera de la planificación territo‐ rial y del derecho, como las tomas, usurpaciones de terrenos, o la proliferación de parcelas de agrado.
Está bien que el Presidente empatice con los que anhelan una casa propia. El megáfono, eso sí, lo va a necesitar también para transmitirle esa urgencia a varios funcionarios de gobierno y a diversas autoridades comunales, pues todos tienen que remar para el mismo lado.