Manuel Bengolea

Colusión

Manuel Bengolea Gerente General Octogone Chile

Por: Manuel Bengolea | Publicado: Viernes 6 de noviembre de 2015 a las 04:00 hrs.
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Indudablemente, la colusión del “confort” y su impacto en la población van más allá de la rabia que causa saberse abusado por pagar demás por algo tan básico como el papel higiénico. El problema de fondo es que el nivel de “desconfianza” de la ciudadanía en sus instituciones (empresas públicas y privadas, Estado, gobierno, políticos, etc.), está por las nubes, y ello dificulta conseguir la coherencia social requerida para que el crecimiento económico retorne a los estándares a que estábamos acostumbrados.

La gente está aburrida de los abusos y se equivoquen los que sacan cuentas alegres, que en su afán de sustituir el espíritu de superación como modelo de desarrollo y generación de bienestar, comienzan a imprecar contra éste, pues la molestia ciudadana es contra todos los excesos de los que somos víctimas. La animadversión no es sólo contra las empresas cuyos dueños son conspicuos líderes, son muchas otras instituciones, de distinta índole, las que nos tienen ofuscados. Basta mirar la última encuesta CEP, donde tan solo doce de cada cien chilenos tiene confianza en las empresas privadas; sin embargo, los Tribunales de Justicia, Congreso y partidos políticos, de alguna manera los llamados a “terminar” con los abusos, cuentan con aún menos confianza, según dicha encuesta.

Cómo confiar en el gobierno para que solucione esta suerte de depresión colectiva en la que se encuentra la ciudadanía, si ha mantenido una actitud pasiva frente a otros abusos, similares a los del confort. ¿Por qué tenemos que aceptar el atropello que nos infligen los trabajadores del Registro Civil con su paro “ilegal e injustificado” (palabras de la ministra de Justicia)? Esta es una colusión entre los trabajadores del Registro Civil y su sindicato, para asestar una exacción de recursos, y paciencia, a los ciudadanos, solo por el afán de incrementar sus ya generosos salarios haciendo uso y abuso de su posición monopólica. ¿Por qué aceptar la colusión de los políticos para legislar respecto del financiamiento de sus actividades a través del Estado, y se nieguen al mismo tiempo a que éste fiscalice el destino de los recursos que todos obligadamente dispensamos para su función?

La lista podría ser interminable y creo que si como nación continuamos rasgando vestiduras, el único resultado previsible es que terminemos, literal y metafóricamente, desnudos. La gran mayoría anhela construir más que destruir, y queremos seguir con el Chile que sobresalía entre los emergentes, con la prosperidad de los últimos treinta años, y aceptamos mayoritariamente que nuestro bienestar no depende del gobierno de turno ni del Estado, sino que de nuestro esfuerzo y trabajo.

Creo que sería bueno para recuperar las confianzas del país, que todas aquellas instituciones que gozan de tan baja popularidad (encuesta CEP a agosto 2015) partan por reconocerlo y tomen la píldora amarga, pero necesaria para restaurar confianzas, de mayor competencia, más y mejor escrutinio público, más transparencia y mayor independencia. Deberíamos dejar de esgrimir culpabilidades y comenzar a blandir soluciones, entre ellas, elevar las sanciones por colusión en lo administrativo e incorporar las penales.

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