Macri y el impuesto a las exportaciones
Rodolfo Vilches Velasco Socio y fundador de “Velasco, Rioseco & Asociados”, exnegociador de la DIRECON
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Rodolfo Vilches Velasco
La crítica situación económica en Argentina obligó al gobierno de Mauricio Macri a un profundo plan de ajuste que, entre otras medidas, aplica un impuesto a las exportaciones, para reducir del 1,1% del déficit argentino, con la intención de llevarlo a cero el próximo año y de transformarlo en superávit fiscal para 2020.
El anuncio de este impuesto es contraproducente con una serie de iniciativas que ha impulsado el actual gobierno y que buscaban estimular el comercio internacional argentino. De hecho, una de las primeras medidas de Macri al asumir la Presidencia fue eliminar los impuestos a las exportaciones de maíz, trigo y minería, además de reducir significativamente los gravámenes de la soya y sus derivados.
Es sabida la importancia que tiene el campo para la economía argentina. Por ejemplo, sólo la soya y sus derivados suman un 29,6% del valor total de sus exportaciones, es decir unos US$ 17.450 millones, según cifras del 2016, lo que lo convierte en uno de los principales productores y exportadores mundiales de este alimento. Es cierto que, al menos a primera vista, este impuesto significa una pérdida de competitividad para el campo argentino, siendo el sector que se vería más afectado; pero Argentina es también el principal exportador mundial en derivados de la soya y uno de los mayores exportadores de harina, aceite de soja y poroto sin procesar, algo que es poco probable que cambie con la aplicación de este tributo. Aún más, este año una prolongada sequía ha afectado la producción agrícola disminuyendo los volúmenes exportados y, a la vez, presionado al alza el precio de productos como la soya en el mercado internacional. Ello, sumado a la devaluación del peso argentino, parece aminorar en algo el impacto del impuesto.
Pero los anuncios de Macri son transitorios y debieran perder vigencia en diciembre de 2020, fecha en la que el gobierno espera que la economía muestre un crecimiento sobre bases sólidas y capaz de proyectarse. Mientras tanto, Argentina tendrá muchos ojos encima, desde el FMI a sus socios del Mercosur, y también los de Chile, pues si bien ha venido disminuyendo la relación comercial bilateral, el país vecino sigue siendo el segundo destino de nuestras inversiones en el exterior (US$ 18.437 millones entre 1990 y 2016, 16,1% del total).
Frente a este escenario, ¿existen “oportunidades” para los productos chilenos en los mercados globales? Si bien hay productos en los cuales ambos países compiten, el nuestro posee una red de acuerdos comerciales que le permite entrar con preferencia arancelaria en una mayor diversidad de mercados. Sumado a ello, mientras Argentina basa gran parte de su comercio exterior en Mercosur (por sobre Estados Unidos, China y la Unión Europea), nosotros diversificamos nuestros envíos en distintos mercados más allá de este pacto subregional.