El capital político del ministro de Hacienda
Director ejecutivo Libertad y desarrollo
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Luis Larraín
El momento económico es complejo. En esas circunstancias pasa a ser clave para Chile la conducción de la economía, que lidera el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, elegido por El Mercurio y Diario Financiero como el economista del año.
El panorama internacional es más incierto en 2016 que lo que fue en años anteriores, aunque no necesariamente más malo. De hecho, se prevé que Estados Unidos crezca más que los años anteriores consolidando su recuperación. En el país del norte la discusión es cómo se va a utilizar el instrumental monetario para evitar que el mayor dinamismo se transforme en inflación. La Fed piensa en 4 alzas de la tasa de interés durante el año, mientras el mercado apuesta a que debieran ser solamente 2. La complejidad está en cómo se cierra esta brecha de expectativas y en el efecto que las alzas tengan sobre el resto de las economías. La Zona Euro continúa con su lenta pero segura recuperación, de modo que no es probable que las malas noticias lleguen desde allá.
Las malas noticias vienen más bien desde China y las economías emergentes. China está en una transformación estructural de su economía que requiere cambiar la composición del gasto (más consumo y menos inversión) y hacerse cargo de las burbujas que una exagerada inversión, financiada con deuda, ha creado en ese país. Con todo, dado el poco peso de China en los mercados financieros internacionales, nuestra atención está más centrada en las consecuencias de una menor demanda, especialmente de cobre.
En Brasil la cosa se ve muy dura. Se espera otro año con caídas del PIB de más de 3% y un ambiente de generalizada desconfianza por los casos de corrupción que amenazan hasta a Dilma Rousseff. Colombia es otro país muy complicado dentro de la región, especialmente por su desbocado déficit de cuenta corriente. Argentina representa por ahora una esperanza, alentada por el equipo económico de excelencia que convocó Mauricio Macri.
Y lo último en el campo internacional, hay alguna preocupación por la caída del comercio global y brotes de medidas proteccionistas, lo que es especialmente incidente en países en que el comercio exterior es muy importante en el PIB.
Chile se enfrenta a este panorama con sus fortalezas y debilidades. La exitosa colocación de un bono en el extranjero por 2.500 millones de dólares, con spreads que van entre 110 y 130 puntos base, indica que nuestro país aún es distinguido en la región en materia de grado de inversión. Falta colocar, ahora internamente, otros 7.500 millones. Se empieza a mirar con mayor cautela el endeudamiento de la economía chilena. Ya la deuda corporativa muestra un importante crecimiento, en buena parte explicado por las bajísimas tasas de interés que es posible obtener para esa modalidad de financiamiento. La deuda interna neta se acerca a valores del orden del 15% que no se veían hace muchos años.
El ministro Valdés ha mostrado hasta ahora impecables credenciales en materia de equilibrio fiscal y el mercado espera que los ratifique el año 2016. Aunque el déficit fiscal del año 2015 resulte menor al esperado, las razones son básicamente transitorias, de modo que el ministro debiera persistir en ese esfuerzo para seguir cuidando "la joya de la corona" de la conducción económica chilena.
La irreprochable conducción macroeconómica es una condición necesaria, pero no suficiente, para que la economía chilena se reactive y vuelva a crecer, generando así las condiciones de bienestar que la población demanda. El fin del ciclo de los commodities requiere una reasignación de recursos productivos hacia actividades que hoy tienen condiciones para expandirse, que no son las mismas que alimentaron el ciclo anterior. Para ello la flexibilidad de los mercados es fundamental y en ello la reforma laboral juega un papel vital. Es de esperar que la postergación de su tramitación lleve a considerar este elemento.
En definitiva, lo que requiere Chile es un mayor énfasis en la microeconomía y las reformas del gobierno son muy incidentes en ese campo. Es hora que el ministro de Hacienda empiece a gastar parte de su capital político en la microeconomía.