Conducción de la economía
Después de un primer semestre en que el PIB creció a un 8,4%, el ministro de Hacienda nos anuncia que la...
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Luis Larraín
Después de un primer semestre en que el PIB creció a un 8,4%, el ministro de Hacienda nos anuncia que la economía chilena entrará en un período de menor crecimiento. Se prevé que el segundo semestre el PIB aumentará a un ritmo menor al 5%. Esto es consistente con lo que está pasando en el mundo y nos confirma que Chile no está blindado, sino que puede superar con éxito lo que viene si persiste en políticas económicas coherentes, que es lo que, entre otras cosas, le permite estar hoy mejor que muchos otros países.
Una buena medida anticipatoria de los tiempos que vienen fue la exitosa colocación de un nuevo bono soberano por US$ 1.000 millones y la reapertura de un bono global en pesos por US$ 350 millones. Las condiciones de tasa de interés del primero, 3,25% anual son excepcionalmente buenas, marcando un hito en las emisiones chilenas y acercándonos al riesgo país de las naciones más poderosas del mundo. Lograr esto en medio de la alta volatilidad de los mercados financieros internacionales es un gran mérito de nuestras autoridades económicas, que mostraron además sentido de la oportunidad al aprovechar un momento de niveles históricamente bajos de la tasa de los bonos del tesoro.
Uno de los principales desafíos que enfrenta hoy la conducción económica chilena es llevar adelante el proceso presupuestario para 2012 en este nuevo escenario internacional. El ministro Larrain ha reiterado el compromiso del gobierno del Presidente Piñera de llevar el déficit estructural a un 1% del PIB de 2014, lo que significa que para 2012 deberá alcanzar 1,5%. La otra restricción que se ha impuesto el gobierno es que el crecimiento del gasto fiscal sea inferior al incremento del PIB. Este objetivo se logrará este 2011, luego que 2010 por la contingencia del terremoto no pudo obtenerse, prolongando así por séptimo año crecimientos del gasto fiscal más allá del PIB. En esta materia, el presidente Piñera empieza a cumplir su programa de gobierno.
Sin embargo, esta serena conducción de la política económica enfrenta algunos nubarrones que se vienen a sumar a la situación internacional. Algunos sectores han empezado una campaña tendiente a aumentar la carga tributaria en nuestro país. En el peor momento para nuestra economía y sin siquiera tener clara la real necesidad de contar con mayores recursos, sino sólo basados en una afirmación general como “se necesitan más recursos para educación”, se plantea un alza de los impuestos y se apunta preferentemente al impuesto a las empresas.
El ministro de Hacienda ha sido claro en el sentido que para el ejercicio presupuestario 2012 no es necesario aumentar la recaudación tributaria. ¿Por qué se insiste en el punto?
Es que nuestra sociedad tiene niveles muy altos de desigualdad se dice. Podría plantearse esa discusión en otro momento, pero, entremos en ella.
Veamos la evidencia. La encuesta Casen dice que la desigualdad funcional, la que proviene de los ingresos generados por las personas, es efectivamente muy alta, llegando a más de 50 veces entre el decil más rico y el más pobre. Pero la desigualdad después de incorporar la acción del Estado a través de subsidios monetarios y en servicios se reduce notablemente, hasta llegar a 13 veces.
El problema entonces es que el decil más pobre no tiene oportunidades de empleo. Una forma segura de aumentar la desigualdad es aumentar impuestos que provocan caídas en la inversión y el empleo. Se ha llegado a decir que las alzas tributarias no tienen efectos sobre la inversión porque alguna vez, luego de un aumento de impuestos, se vio un alza en la inversión. Bueno esa afirmación no pasa el curso de economía básica. Un aumento de la inversión se pudo deber a factores totalmente distintos, como un precio del cobre tres veces más alto, por ejemplo.
Hay evidencia internacional y nacional (Galetovic, Engel y Raddatz) de que la herramienta tributaria es ineficiente para redistribuir ingresos. Incluso en la situación actual podría ser contraproducente.