Luis Larraín

2014: El año que vivimos en peligro

Por: Luis Larraín | Publicado: Jueves 11 de diciembre de 2014 a las 05:00 hrs.
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Luis Larraín

El año 2014 será difícil de olvidar para los agentes económicos chilenos. En el peor primer año de un gobierno desde 1990 en adelante, el crecimiento esperado es de 1,8% y ya hay quienes creen que podría estar por debajo de eso. Quizás por eso ya no nos asombra que el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, se manifieste contento por la última cifra de Imacec que alcanzó a 1,5%.


Es sabido el rol que las expectativas juegan en la actividad económica. Persistentemente durante todo el año 2014 el Indice de Percepción de la Economía IPEC, calculado por Adimark para representar la confianza de los consumidores, ha estado cayendo. Después de mayo, además, cae bajo 50 puntos que corresponde a una visión pesimista del futuro. En noviembre alcanzó 41,1 puntos y desde julio de 2009, en medio de la crisis financiera más grande después de la gran depresión, que el IPEC no alcanzaba valores tan bajos. El índice cae en todos sus componentes, incluyendo la visión personal de los consumidores, la percepción sobre el país, las perspectivas acerca del empleo y las expectativas inflacionarias.


Estos datos echan por la borda cualquier expectativa de cumplimiento de los pronósticos del ministro de Hacienda, en el sentido que la actividad económica se recuperaría en el último trimestre marcando un punto de inflexión en la economía chilena que empezaría a reanimarse desde ahora.


Y ya no se trata de las expectativas empresariales, que empezaron a caer mucho antes frente a la constatación de la caída en las cifras de inversión, sino de las de los consumidores, que con su comportamiento determinan el nivel de la demanda. Cifras de caídas en las ventas de automóviles de casi 30% al comparar un mes con el del año anterior nos hablan ya de una economía parada.
¿Cómo llegamos a este estado de cosas?


Bueno, la historia es conocida. Después de un período de cuatro años durante el gobierno de Sebastián Piñera, en que la economía chilena creció a una tasa promedio de 5,3%, la actividad se viene abajo. El actual gobierno, amparado en el hecho que el crecimiento en el último año de Piñera fue inferior al promedio (4,3%), dice que la desaceleración comenzó antes. Pero una cosa es 4,3%, cifra que está en el rango del crecimiento potencial de la economía chilena, y otra es 1,8%.


La otra afirmación que se hace, sin respaldarla con evidencia, es que las condiciones de la economía mundial son más adversas, y se recurre al precio del cobre para sustentarlo. Lo cierto es que el crecimiento de la economía mundial en 2014 será, de acuerdo con la mayoría de los analistas, superior al crecimiento de 2,9% que experimentó el mundo en 2013. No hubo tal desaceleración y el menor precio del cobre se compensa con menores precios del petróleo. Recién estos últimos días del año hay síntomas más preocupantes de una posible desaceleración, aunque los pronósticos de la mayoría de los bancos de inversión y agentes especializados siguen dando tasas para 2015 superiores a los dos años anteriores.


Lo que de verdad ocurrió, entonces, fue que la economía chilena sufrió un shock de expectativas que impactó seriamente la inversión a partir de la serie de reformas que el gobierno de Michelle Bachelet empezó a realizar. La reforma tributaria que aumenta la recaudación en más de tres puntos del PIB y la reforma educacional que castiga la inversión privada en el sector son las que están activas, pero latentes además hay una reforma laboral, a la salud, al sistema de pensiones, al régimen de propiedad de las aguas y por último a la Constitución, entre los cambios más importantes. Esto, pese a las increíbles afirmaciones del ministro de Hacienda en el sentido que la reforma tributaria no tendría efectos negativos en la inversión, se hizo sentir. Según el consenso de los pronósticos para 2014 la formación bruta de capital fijo, principal componente de la inversión, caería un 4,8%.


Si el gobierno no cambia drásticamente su conducción deteniendo esta ola de reformas mal concebidas y pobremente implementadas, 2015 será otro año en que vivamos en peligro.

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