Leonidas Irarrázaval

La última vez

Por: Leonidas Irarrázaval | Publicado: Martes 5 de marzo de 2013 a las 05:00 hrs.
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Leonidas Irarrázaval

La última vez es siempre muy importante. Como la Licenciatura del Derecho, que terminó con muchos años de estudio, con sacrificios de todo tipo, nueve años después de egresado.

La jubilación en el Ministerio de Relaciones Exteriores con cuarenta años de carrera y catorce de embajador, en los años en que ser Jefe de Misión del Gobierno Militar en París, Oslo, Quito, y la Organización de Estados Americanos (OEA) no era “jauja” como lo es ahora. ¡Todos estaban contra el representante de Chile! Hasta Haití o Nicaragua, símbolos de democracias más que dudosas. Ese fue el último puesto, como una batalla perdida antes de iniciarla.

Pero en fin, la vida siguió. Como el famoso guerrero griego, cuyo nombre se lo debo más bien a un ex-presidente del Ecuador, don Leonidas Plaza, seguí luchando a la sombra desde el campo que trabajo en Pirque salpicado con más de veinte años de columnas de opinión entre La Tercera y el Diario Financiero. Aquí me trajo el recordado Roberto Pulido para quien llegué a escribir hasta tres colaboraciones semanales y algunos editoriales. Recuerdo en especial uno, sobre un importante aniversario de la fundación del diario El Mercurio, en Santiago. Este fue muy bien recibido y por ello recibí las últimas felicitaciones.

Hace algunas semanas, el Ministro del Interior, señor Andrés Chadwick se acercó a mi en la Embajada del Perú y me dijo textualmente lo siguiente: ¡estás escribiendo cada día mejor! ¿Por qué tan poco? Me sentí honrado y le envié esta opinión por e-mail a la funcionaria encargada de recibir las columnas en el diario.

Esta es mi última columna. Como el papa Benedicto XVI, me siento anciano y cansado. Con la salud delicada y también es posible que con la mente disminuida, aunque tengo la esperanza que esto último no sea así.

Al Papa lo echaremos mucho de menos por sus grandes valores. Lamento que se quede dentro del Vaticano y no se haya ido a su pueblo natal. Se prestará para que los «hablantes» digan que todavía dirige todo desde su convento de clausura, lo que por supuesto no será verdad. Me molesta el «copucheo» dentro y hacia afuera del Vaticano, en el que participan destacados connacionales.

En mi caso, soy yo el que echaré de menos mi columna mensual que era como un contacto de hoy con un pasado de más de cincuenta años.

Quizás terminaré improvisando discursos como los oradores que colocan sus propias tarimas en los parques de Londres y le hablan a los paseantes, quienes raramente los escuchan. Probablemente esas serán las últimas improvisaciones.

Esta es la última columna que escribo en el diario. Las he enviado desde diversos lugares del mundo como Francia, Turquía, Grecia, Noruega, Palestina, Israel, Alemania, Ecuador, etc.

Esta última la mando desde Pirque, más cerca y más lejos de todo y de todos.

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