José Miguel Benavente

Ministerio, ¿sólo de Ciencia y Tecnología?

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Por: José Miguel Benavente | Publicado: Miércoles 17 de junio de 2015 a las 04:00 hrs.
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En el reciente discurso del 21 de mayo se anunció la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología. Si bien existe desde hace algún tiempo una comisión que está estudiando las particularidades de esta nueva institucionalidad –nombrada antes de este anuncio-, con éste se formaliza la intención del Ejecutivo de sacar adelante este proyecto. Enhorabuena.

En esta misma tribuna, sin embargo, se han discutido las consideraciones que sugiere tanto la teoría como la práctica de países desarrollados sobre este asunto donde no existe una sola respuesta. Solo para enfatizar algunos puntos en esta discusión cabe mencionar que este anuncio sólo considera, al menos en el nombre, a la ciencia y la tecnología. Como antecedente regional vale la pena recordar que Argentina y Brasil, comúnmente referidos como un ejemplo a seguir para nuestro país, ambos consideran a la innovación como un tercer, sino el principal pilar del quehacer de este tipo de ministerio. Es más, al revisar los programas de apoyo se observa que mucho de su trabajo tiene que ver con la promoción de las actividades de innovación tanto en empresas –productivas y públicas-, como de aquellas que están naciendo a través del emprendimiento privado y social.

En ambos países como en la mayoría de aquellos de la OCDE, se ha aumentado el apoyo a la ciencia. Pero los mayores incrementos han venido hacia aquellos esfuerzos científicos necesarios para elaborar soluciones a problemas productivos y/o sociales. En Estados Unidos el principal mandante (y financista) público de la ciencia de base no es el NSF sino los ministerios (Salud, Energía, Defensa) generando una demanda por ciencia “orientada por misión” que ha estado detrás de muchos de los recientes avances científicos de relevancia. Obviamente, el mundo productivo –no solo privado-, requiere de conocimientos científicos para poder seguir generando valor a la economía y la sociedad. La minería chilena –que incluye una empresa pública-, necesita de ciencia de base (matemáticas, biotecnología, mecánica) como de humanidades y ciencias sociales para lograr un crecimiento y desarrollo armónico, más diversificado, sustentable ambiental y socialmente.

Evidentemente que para el desarrollo de esos conocimientos, muchos de ellos ad hoc al país, requiere de infraestructura, programas de doctorados nacionales e internacionales, traída de expertos extranjeros, y del financiamiento de la ciencia “orientada por la curiosidad” entre otras actividades. Pero debe existir un balance entre ambas miradas y no esquivar la discusión de cuán pertinente necesitamos que sea dicha ciencia.

De igual manera, estos esfuerzos científicos no pueden hacerse en el vacío sin que exista una continuidad y se transformen en mejorar el estándar de vida de todos. La innovación, el desarrollo productivo basado en conocimiento, la formación de personas con competencias técnicas y profesionales pertinentes para un incierto mundo laboral son ámbitos que en otras latitudes se consideran también parte del quehacer de estas instituciones. Y, digámoslo, un ministerio que sólo esté relacionado con actividades que representen menos del 1% del PIB, quizá no tenga un buen futuro.

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