Hermann González

Alfabetización financiera en el contexto de la reforma educacional

Por: Hermann González | Publicado: Miércoles 14 de enero de 2015 a las 05:00 hrs.
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La reforma educacional actualmente en discusión en el Congreso ha puesto el foco, como sabemos, en el fin al copago, a la selección y al lucro con recursos públicos. Nada se ha mencionado aún, entre otros temas, de posibles cambios curriculares, ni sobre la mejor forma de implementarlos. Estos cambios serán ciertamente parte de propuestas futuras y dentro de ellos sería muy importante incluir aspectos relacionados con la educación financiera.

En los últimos años, los bancos han tomado iniciativas individuales y diversas para educar a sus clientes, con programas que cada uno ha considerado el más apropiado para lograr sus objetivos. Sin embargo, esto no es suficiente y junto con una visión integral y coordinada de la industria, se requiere que la educación financiera comience antes que las personas sean clientes del sistema financiero, partiendo desde el hogar y los colegios.

La alfabetización financiera es fundamental para una serie de decisiones relevantes de las familias, como comprar una vivienda, un automóvil o escoger la mejor alternativa de ahorro. La evidencia internacional indica que el nivel de conocimiento en temas que se pueden considerar financieros en la población, es bastante acotado. Además, este conocimiento difiere según nivel de educación, edad y género.

Por su parte, la experiencia de algunos países muestra que un menor grado de alfabetismo financiero puede llevar a que las personas accedan a créditos más costosos y tengan un mayor nivel de endeudamiento. En el caso de Chile, la escasa evidencia disponible indica que un mayor alfabetismo financiero es consistente con una mayor acumulación de riqueza y participación en el sistema de pensiones.

Interrogantes respecto del impacto que tiene el analfabetismo financiero sobre el acceso al crédito de los hogares y personas, el tipo de endeudamiento y si el endeudamiento podría considerarse como excesivo, no han sido resueltas. No ha sido suficientemente estudiado el tipo de alfabetismo financiero que se requiere para mejores tomas de decisiones y qué tipo de iniciativas o programas podrían ayudar en este sentido. La escasa evidencia internacional disponible muestra que el aprendizaje de reglas simples puede ser más útil que, por ejemplo, entrenamientos estándares en contabilidad o finanzas para pequeños empresarios.

A priori, se piensa que la educación financiera beneficia tanto a los clientes como a las instituciones financieras, pero esto no pasa de ser una creencia generalizada, carente de sustento empírico en el caso de Chile. Es fundamental entonces que, dentro de plazos razonables, en el contexto de una discusión amplia y transversal sobre los cambios curriculares que necesita la educación en nuestro país, se incorpore el tema de la educación financiera. Que exista un acuerdo consensuado y que no se impongan ideas preconcebidas.

Que el primer paso no sea imponer plazos, sino que se planteen las preguntas adecuadas y que las respuestas provengan de estudios serios de los mejores expertos en la materia. Solo así tendremos cambios legitimados y duraderos en el tiempo.

En el ámbito de la educación financiera, el aporte de la Asociación de Bancos y de la Superintendencia será crucial para detectar las necesidades y para proponer, de forma coordinada, las mejores iniciativas que permitan avanzar en la dirección de clientes más educados que se beneficien de mejores decisiones financieras.

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