Las grúas volverán a girar
El flujo de presentación de nuevos proyectos, los primeros signos de reactivación de ventas, el interés de inversionistas privados e institucionales por participar en el sector, demuestran que las expectativas están cambiando
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Guillermo Tagle
Un signo visible de actividad, es la cantidad de grúas que se mueven y giran en la ciudad, construyendo edificios, levantando estructuras habitacionales y de oficinas.
En Chile, tuvimos un período de auge sostenido en el sector inmobiliario y de ingeniería y construcción entre 2004 y 2007, con crecimiento y actividad muy significativa, con fuerte inversión en infraestructura y una masiva expansión habitacional. Con empresas abriéndose a bolsa o emitiendo bonos, definitivamente la industria estaba en las puertas del desarrollo.
De pronto el mundo cambio. La crisis financiera internacional provocó también una recesión local, detuvo el crédito, generó un fuerte temor al endeudamiento y frenó violentamente la velocidad de venta, causando un sobre stock que tomaría mucho tiempo liquidar. Lo anterior, se sumó al negativo efecto que generó la detención de la inversión en nuevos proyectos de infraestructura y para rematar la historia, uno de los terremotos más grandes registrados en la Tierra, generó destrucción y un negativo impacto en la opinión pública respecto de la solidez de este sector, que tradicionalmente ha sido un importante generador de empleo, inversión y actividad. Tres eventos sucesivos, suman suficiente potencia como para haber terminado con el emprendimiento y la actividad del sector.
A pesar de la discusión que en estos días ocurre en el plano político, donde se cuestiona si el gobierno ha actuado o no con la velocidad y la urgencia necesaria en el programa de reconstrucción, si los programas de subsidios para vivienda existen, se activan o no tienen presupuesto, en el mundo privado y de inversión, el ambiente empieza a ser diferente. A tan sólo siete meses de ocurrido el terremoto, el sector inmobiliario y de la construcción empieza nuevamente a respirar. Si bien aún no son demasiadas las grúas que se mueven en la ciudad, el flujo de presentación de nuevos proyectos, los primeros signos de reactivación de ventas, el interés de inversionistas privados e institucionales por participar en el sector, demuestran que las expectativas están cambiando. El sobre stock se ha empezado a diluir y, por lo tanto, en una actividad donde el ciclo del negocio toma algo más de dos años en ser completado, el cambio de expectativas se empieza a notar.
Varias son las razones que justifican el dinamismo que hoy se empieza a sentir. El cambio de expectativas de crecimiento económico, es probablemente el factor principal que impulsa el cambio. Pasar de un crecimiento esperado para los próximos años desde 3%-4% a una situación donde las expectativas de consenso están entre 5%-6%, es la materia prima básica para este cambio de ánimo. Si la economía crece más rápido, disminuye el desempleo, mejoran los salarios, aumentan las ventas, crece el crédito y despega el sector. El gran problema del tipo de cambio, que hoy afecta a todos los países del mundo emergente, que ven sus monedas apreciarse respecto del dólar, paradojalmente es una buena noticia para este sector no transable. Una parte significativa del costo de construcción está compuesto por productos importados o cuyo precio está ligado a valores internacionales. Un peso apreciado mejora el poder adquisitivo de la población, cuyo ingreso disponible para comprar o mejorar la vivienda aumenta. Es la forma como se vincula en un país como Chile, la bonanza de su principal producto de exportación (el cobre), con la actividad en sectores no transables como el inmobiliario y de la construcción.
A lo anterior, se suman dos elementos adicionales que pueden ser buenas noticias. El auge del sector minero requerirá montos significativos de inversión para el desarrrollo y explotación de nuevos yacimientos o expansión de los ya existentes. Toda esta inversión genera actividad y crecimiento para las empresas de esta sub especialidad. A lo anterior se agrega el impacto que genera la necesidad de reconstruir la infraestructura pública post terremoto, más la ejecución de nuevos proyectos de expansión y modernización de infraestructura que Chile requiere para sostener esas expectativas optimistas de crecimiento económico. Nuevas carreteras urbanas, líneas de Metro, expansión y modernización del sector Salud e infraestructura para la Educación. Son todas actividades que deberían ocurrir en los próximos años y que impactarán positivamente a las empresas y las inversiones que se realicen en este sector, que luego de una prolongada crisis pareciera volver a funcionar.