Chile atorado
GUILLERMO TAGLE Presidente Credicorp Capital
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Guillermo Tagle
La economía mundial ha sido brutalmente dañada por la pandemia. Cuando termine esta tragedia sanitaria, el Estado chileno habrá consumido prácticamente todos los ahorros y reservas que se habían acumulado en los años de crecimiento. El endeudamiento público también habrá crecido por una combinación de pasivos contraídos para afrontar la pandemia y por múltiples reformas que se ha debido implementar por las contingencias políticas y sociales posteriores al 18-O. Parte muy relevante de los trabajadores de Chile habrá quedado sin ahorro previsional para financiar su pensión.
Pero aun así tenemos una economía en marcha, que en muchos sectores (salvo aquellos directamente afectados por la pandemia) se ha traducido en impulso al crecimiento, actividad y creación de empleo. Las proyecciones indican que en 2021 Chile podría crecer sobre 6% anual. El precio del cobre alcanza valores elevados que no veíamos desde el súper ciclo de materias primas y los mercados bursátiles crecen y se recuperan. Hay un fuerte incremento del comercio internacional que se traduce en aumento de tarifas de transporte marítimo y escasez relevante -por ejemplo- en disponibilidad de contenedores. El desabastecimiento generalizado de materiales de construcción, maquinarias, automóviles y muchas cosas más, es consecuencia de los meses de paralización industrial en todo el planeta producto de Covid-19 y la dificultad de volver a abastecer y coordinar la cadena productiva mundial. Al mismo tiempo, la inyección simultánea de recursos financieros realizada por todas las economías del planeta está generando impulso de precios de activos y reactivación de actividad económica.
Las tasas de infección y de ocupación de capacidad instalada de hospitales indican que estamos lejos de poder declarar superada la crisis sanitaria. Por eso, son muchas las empresas que están diseñando nuevas formas de trabajar y relacionarse, que provocarán un salto de productividad sin precedentes en todas las actividades que tengan la posibilidad de adaptarse a los nuevos tiempos. No todas podrán hacerlo, pero serán millones las personas que disminuirán significativamente sus tiempos de traslados, mucha infraestructura que podrá ser mejor utilizada, muchos lugares donde llegarán nuevos residentes permanentes, etc.
En medio de toda esta “revolución” sanitaria, económica y social que vive la humanidad, Chile tiene que -además- pasar por un proceso eleccionario altamente complejo, que tendrá como epílogo un nueva Constitución, una nueva forma de organización política e institucional para la próxima generación. La combinación de todos estos factores con los que está empezando el año, es suficientemente compleja y numerosa, como para sentirse “atorado”. Atravesamos un punto de inflexión de esos que no se pueden evitar, pero también una de esas situaciones en las que no podemos ser meros espectadores.
Es indispensable involucrarse y actuar, ser parte del cambio de los tiempos influyendo con nuestra participación al menos en el proceso electoral. Hay muchos buenos candidatos, especialmente jóvenes de una nueva generación que, de ser electos, podrían inclinar la balanza de los tiempos para bien. Para hacerlo, es necesario que miles de personas, todas las que pueden, apoyen activamente y dentro de los estándares que establece la ley, a los mejores candidatos y a los que sueñan con un nuevo Chile, moderno, seguro, abierto y pleno de oportunidades para todos.