¿Reforma tributaria: contentos o descontentos?
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Franco Brzovic
La gran reforma tributaria anunciada por la candidata y hoy presidenta de la República, llega a su trámite final.
No hay duda de que tanto promotores como adversarios están "felices", pero me imagino no conformes. En términos sencillos, el proyecto original tuvo algunas modificaciones, más o menos importantes traducidas en el denominado Protocolo, aún cuando se contaba con las mayorías necesarias en el Congreso para aprobarlo en la misma forma que ingresó. Según hemos leído, todos ganaron.
Los cambios introducidos por el protocolo no modificaron la mayor tasa de los impuestos y su oportunidad, como tampoco las facultades inimaginables al Servicio de Impuestos Internos y también su complejidad, con lo cual quedará ahora saber cómo nuestra pequeña economía reconocerá sus efectos. Desde ya y dependiendo de quién los analiza y comenta las consecuencias van de menos graves a más graves. Eso sí que en términos objetivos la mayor carga en las empresas se traducirá en algún incremento de los precios, como asimismo y entre otros, nuestros fondos de pensiones se verán afectados negativamente.
La aplicación práctica de la reforma es vital, y desde ya hay que reiterar que la complejidad se ha incrementado sustancialmente, lo que contradice uno de los principios más importantes de los sistemas tributarios, como es su simplicidad.
En este sentido, hace algunas semanas las directivas de las organizaciones de los servicios públicos involucrados en este cambio han declarado su capacidad para absorber esta mayor complejidad, lo cual no me cabe duda que así será por el profesionalismo que los caracteriza. Sin embargo, el gobierno, a través del subsecretario de Hacienda, anunció la asesoría del BID para su implementación sin perjuicio de la contratación de alrededor de seiscientos funcionarios solo en el Servicio de Impuestos Internos. Me pregunto el costo para las PYME en esta materia, el que tendrá que salir de su bolsillo, ello con el objeto de no caer en faltas.
El proyecto, ahora en trámite para ser ley, va a tener distorsiones en diversos ámbitos, siendo uno relevante la asimetría que se producirá en las cargas tributarias que absorberán los trabajadores en general, salvo los exentos, versus la actividad del emprendimiento. Al efecto en el primero de los casos, esto es los dependientes que tributan con el régimen de Impuesto Único al Trabajo, verán rebajada la tasa marginal del 40% al 35%, y un emprendedor que al constituirse como empresa, por ejemplo acogido a sistema parcialmente integrado, soportará una carga del 44,45%. No es fácil adivinar el desincentivo al emprendimiento y una atracción a mantener o iniciarse como dependiente.
En fin, ya los dados están echados y veremos cómo esto funciona.