El futuro del trabajo

Franco Brzovic

Asombran, por decir lo menos, las propuestas de algunos candidatos que se dicen de avanzada, quienes en materia laboral proponen entre otros, eliminar o minimizar la subcontratación y rigidizar los contratos de trabajo con el objetivo de asegurar la estabilidad laboral.

Varios medios de comunicación han abordado estas propuestas, coincidiendo la mayoría que representan enunciados añejos e incentivos a las grandes empresas.

Pues bien, el razonamiento para entender el alcance de estas propuestas es sencillo ya que solo se debe responder la siguiente pregunta: cómo operarán y enfrentarán las empresas el futuro dado el avance de la tecnología.

La lógica aconseja que, dada la alta competitividad empresarial, deberán no solo entender el futuro sino que también cómo a través de él vender más productos o servicios y rebajar los costos. Los economistas podrán corregirme, pero estos dos últimos desafíos hechos inteligentemente y en la oportunidad adecuada separan a las empresas exitosas de las otras.

Volviendo a la subcontratación, de triunfar quienes propugnan eliminarla o dejarla en su mínima expresión, no hay duda que se dará ventaja a las grandes empresas. Éstas disponen de los recursos para contratar especialistas en áreas que, aunque no sean de su giro, requieren ser complementadas, lo que no podrán hacer las Pymes que representan más del 80% de las empresas en nuestro país. Uno de los riesgos puede ser que estas Pymes sean absorbidas por la grandes.

Por otra parte, la subcontratación en esos términos se agrava cuando propugna una mayor rigidez en los contratos de trabajo con todo lo que ello deriva. Así, los horarios obligados, los límites al sobretiempo, trabajos temporales, los pre y postnatales para ambos lados, las medias jornadas, el trabajo en el hogar, los feriados obligatorios en fines de semana largos, o sea la carencia de flexibilización laboral obligará a las empresas a limitar la contratación.

Cuál es el futuro entonces.

El futuro que se visualiza es en gran parte la era digital, la que deberán enfrentar no sólo las empresas sino los propios trabajadores y gobiernos. Deberán entender el significado de la cuarta “era” por venir sumada a la flexibilización laboral, junto a una gran masa de tercera edad jubilada creciente, con expectativas de vida sobre los 80 años, que tendrá vedada en gran parte una actividad laboral. Conocer los avances de la tecnología, el manejo adecuado de máquinas que hasta podrán realizar procesos monopólicos de los seres humanos, incorporar a los mayores, deberá ser parte de una política institucional del próximo gobierno.

La competencia laboral necesitará partir con mejorar el denominado analfabetismo funcional, esto es la incapacidad de una persona para utilizar su capacidad de lectura, escritura y cálculo de forma eficiente en las situaciones habituales de la vida. Según datos de la OCDE, en Chile más del 53% de los trabajadores adolece de esta incapacidad, siendo tres veces mayor a la media de esa organización.

Ésta será una materia de capacitación de los trabajadores, la cual junto con otras áreas de entrenamiento, deberá orientarse a la calidad de la misma, cuya base será la formación, no solo técnica y de especialidad, sino estudiar el ámbito en que se desenvuelve la empresa y la sociedad. Los trabajadores independientes no podrán quedar ajenos.

Las nuevas tecnologías y los casos novedosos en esta materia son muchos. Sin embargo, esta vez quisiera comentar sobre las denominadas plataformas conversacionales, al parecer especialidad de los “millennials”, quienes han creado asociaciones colaborativas consistentes en grupos de personas que, a través de las redes, más allá del obsoleto correo electrónico, logran a través de Skype, Google Hangouts, WhatsApp, Facebook, Messenger y tantos otros, apoyarse entre ellos trasmitiendo información que complementa su trabajo.

No hay duda alguna que la capacitación, junto con la formación de técnicos y profesionales, tendrá que ser una materia de especial preocupación de los candidatos.