Contribuyentes perfectos
El proyecto de reforma tributaria exige nada más ni...
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Franco Brzovic
El proyecto de reforma tributaria exige nada más ni nada menos que contribuyentes perfectos sabiendo que no lo somos, lo que sumado a las nuevas facultades que entrega al Servicio de Impuestos Internos (SII), ya con su solo enunciado, genera incertidumbres.
El propio director del Servicio ha indicado en la prensa que respecto de las facultades se encuadran en las existentes de países desarrollados, cuando sabemos también que no lo somos. No está demás indicar que en alguno de ellos la cantidad de impuestos, las numerosas exenciones, como es el caso de Francia en que superan las cuatrocientas, no se comparan con Chile, en que los impuestos son pocos y las exenciones lo mismo.
Las severas sanciones a los incumplidores de esta compleja actividad, son otro elemento de análisis. Lo que se echa de menos de inmediato son normas que alienten el cumplimiento, en que la simplicidad es una exigencia, junto con instancias administrativas que ayuden y orienten a los contribuyentes, más que imponer severas sanciones.
Para sortear esta situación de David y Goliat se ha sugerido fortalecer los tribunales tributarios, que como hemos afirmado en otras columnas, si bien es una opción, para las pequeñas y medianas empresas y las personas significa un calvario con un costo importante que las más de las veces no podrán asumir y como consecuencia recurrir a los tribunales, con las consecuencias que ello significa.
Las atribuciones que se otorgan en el proyecto velan, entre otros, para evitar la elusión, y que se han traducido en la entrega de facultades que alientan la discrecionalidad a pesar que en la vida normal de cualquier persona o empresa, la elusión es una opción válida y legítima. Así, por ejemplo, si una persona compra un bien raíz y tiene que venderlo antes de doce meses, en vista de que hoy se afecta con impuestos por la ganancia de capital, es razonable pensar que si puede esperar el mes trece lo venda, oportunidad que no paga impuestos, eludiendo su pago. La interpretación de que si esa es una conducta sancionable, puede dar lugar a largas y tediosas instancias que no son convenientes para nadie. Diferente es la evasión, en que la ley debe aplicarse en forma severa, actitudes y actos que todos repudiamos.
Recientemente, el Colegio Médico creó un organismo para asesorar a sus socios en estas materias. Esta reacción es natural y obvia, pues dada la complejidad que plantea el proyecto, su cumplimiento tributario se hace cada vez más dificultoso. Si a esto, como decíamos, le agregamos las extremas facultades que otorga al Servicio de Impuestos Internos en que alienta la incertidumbre, la medida es correcta.
Con el correr del tiempo se aprecia que el dogmatismo campea en su tramitación. Entendemos que es razonable que se recaude más para financiar la educación, pero otra cosa es modificar estructuralmente un sistema tributario sin mayor maduración. En lo que somos admirados por la mayoría de los países, entre ellos los desarrollados, es justo lo que se quiere cambiar. La frase el fin justifica los medios está latente en este caso en vista de la poca receptividad para modificar aquello que afecta a la inversión, la tranquilidad y la seguridad jurídica.
Pues bien, esperamos que, a diferencia de lo ocurrido en la Cámara de Diputados, en el Senado se puedan introducir aquellos cambios que la lógica y el conocimiento de la práctica en estas materias aconsejan.