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Columnistas

El programa presidencial faltante: la industrialización

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 22 de octubre de 2013 a las 05:00 hrs.

Todos los políticos chilenos diseñan sus programas en torno a demandas inminentes de la población: salud, educación, seguridad, vivienda, etc. Pero, a juzgar por los discursos, ninguno reflexiona que lo que nos separa del desarrollo no es la falta de bienestar material de la gente, ni un mejor PIB per cápita. Lo que nos separa del desarrollo, es lo poco que el país “sabe pensar y hacer”.

¿Y qué sabe hacer Chile mayormente en términos productivos? 1. Sacar de la tierra (o el mar) cosas que allí crecen o están y 2. Importar y vender productos de otras naciones.

Ningún candidato parece tomar en serio que esta estructura productiva es precaria, que el futuro del país es mucho más incierto que el de otras naciones que “hacen” más cosas con las manos y la cabeza.

Mayor penetración de la educación tampoco se hará cargo de esta falencia: serán más estudiantes los que lleguen a cursar lo de siempre.

Nuestra historia dice que hubo un único intento para cambiar este destino. En la década de los 40s, Chile optó por revolucionar su horizonte industrial, y en pocos años la Corfo diseño e implementó magnas iniciativas industriales como Enap, Entel, la Compañía de Teléfonos, CAP, Madeco, Endesa, etc. La iniciativa fue del Estado, considerando que la tradicional “cultura agrícola/extractiva” del país no daba muestras de querer, poder o saber hacer otra cosa que explotar nuestros buenos suelos, mares y clima.

Hace ya mucho que el país discute su falta de (verdadera) creatividad, de complejidad intelectual y de sofisticación tecnológica. Nada parece sacarlo de su arraigo al campo y a la mina. Incluso nuestras escuelas de negocio suelen imponer ideas determinísticas como las “ventajas comparativas y competitivas”. El chileno medio ironiza si alguien propone desarrollar, por ejemplo, polos de clase mundial en biotecnología, en física aeroespacial, en nuevos materiales o en electrónica. Muchos se complacen mirándose en el espejo de los rankings y comparándose con países vecinos.

Pienso que, sin amparar ideología alguna, una nueva “industrialización” sólo puede ser engendrada por el Estado, una Corfo II reloaded. Se requiere de tenaces inversiones, importar y retener conocimiento, y todo sin exigir un ansioso TIR en el corto plazo. El retorno vendrá de otras formas: más variables en nuestras cabezas, amplias y desafiantes oportunidades laborales, mejor estándar de vida y un mayor control de nuestro destino.

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