DF Conexión a China | Serios desafíos para la economía china
Juan Pablo Cardenal Periodista especializado en la internacionalización de China y editor de Análisis Sínico en www.cadal.org
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Juan Pablo Cardenal
La sesión anual de la Asamblea Nacional Popular (ANP) celebrada la semana pasada en Beijing dejó, además de la confirmación del tercer mandato de Xi Jinping como presidente nacional, las líneas maestras que fijarán el rumbo de las políticas económicas del país asiático a corto y medio plazo.
De entrada, un objetivo de crecimiento económico del 5% para este año, un ritmo poco alentador comparado con los crecimientos desbocados previos al Covid, pero que el gobierno chino confía alcanzar gracias al repunte del consumo tras el daño autoinfligido con la política de Covid Cero. Sólo en el despliegue de quioscos para pruebas PCR por todo el país, China dilapidó el equivalente al producto interno bruto de Estonia. Una decisión ideológica e inútil.
“La sesión anual de la Asamblea Nacional Popular se volcó a reactivar la economía, maltrecha por el Covid. Pero las perspectivas no pueden ser muy optimistas”.
Asimismo, el discurso del primer ministro saliente, Li Keqiang, reveló dos de las necesidades estratégicas del gigante. Por un lado, ser autosuficiente en materia tecnológica, objetivo prioritario por el impacto mayúsculo que suponen los controles de EEUU a la exportación de semiconductores y tecnología afín a China, a los que se han sumado Japón y Países Bajos. Para reducir la dependencia de tecnología extranjera y acelerar el proceso hacia la autosuficiencia, el Ejecutivo chino prepara un paquete de 143.000 millones de dólares para apoyar a la industria, entre otros incentivos a las empresas del sector.
Este desembolso está justificado, pues alrededor del sector de los chips pivota el resto de las industrias clave. Es, por tanto, un movimiento que China ve como transcendental para coronar su modernización.
Por otro lado, otro gran objetivo de Beijing, mencionado expresamente durante el cónclave de la ANP, es garantizar su seguridad alimentaria. Ello convierte a América Latina en estratégica para los intereses del país asiático, pues en Brasil, Argentina, Perú, Chile y otros países de la región es donde China se garantiza su suministro futuro de soja, cereal, carne, pescado o fruta, además de minerales y demás recursos extractivos.
Esta oportunidad evidente conlleva, sin embargo, un riesgo implícito: que el intercambio de recursos naturales por manufacturas consolide el modelo primario-exportador y, por tanto, que A. Latina quede subordinada a los intereses chinos. El bajo valor añadido de las materias primas no genera riqueza industrial a largo plazo y el coste medioambiental y social es conocido. La historia demuestra que se cronifican así las relaciones de dependencia.
También se anunciaron en la sesión del Legislativo comunista reformas institucionales que supondrán una mayor concentración de poder y un mayor control de la economía. En concreto, la creación de un nuevo organismo regulador para la supervisión del sector financiero, lo que podría sentar las bases de una futura reestructuración del sistema financiero tras años de excesos y si se percibe riesgo sistémico.
Ha sido, en esencia, una ANP volcada en reactivar la economía, maltrecha por el Covid. Pero con el control estricto del sector privado, la dirección económica a través de las estructuras del Partido Comunista, la abierta hostilidad contra Occidente y el riesgo geopolítico, las perspectivas no pueden ser muy optimistas.