DF Conexión a China | China y América Latina: buscando el interés de la región
R. EVAN ELLIS, profesor de Investigación sobre A. Latina, Instituto de Estudios Estratégicos del US Army War College
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R. EVAN ELLIS
El viaje de alto perfil del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva a China en abril pone de relieve que, con el fin de las políticas de cero Covid del régimen de Xi que facilitan los viajes de diplomáticos y hombres de negocios, China está preparada para hacer grandes avances con A. Latina. Los presidentes Xiomara Castro, Gustavo Petro, Chan Santokhi y Gabriel Boric podrían viajar a China este año, y Xi podría visitar la región.
El FMI Internacional registró 445.000 millones de dólares en comercio de China con la región en 2021 (un salto de 26 veces en dos décadas), mientras que la red China-América Latina y el Caribe, con sede en México, documenta 524 proyectos de inversión chinos en la región por valor de 172.000 millones de dólares durante el período.
“Los negocios crecientes y el lenguaje de camaradería ‘Sur-Sur’ de China no deben distraer a la región del hecho de que la potencia asiática y sus entidades también persiguen objetivos”.
Las empresas con sede en la RPC están ampliando su presencia en la transmisión y distribución de electricidad, la generación de energía renovable y en todo el ámbito digital, desde las telecomunicaciones y los servicios en la nube (incluidos Huawei, ZTE, Xiaomi y Oppo), los sistemas de seguridad con biometría (Hikvision y Dahua), los escáneres aduaneros Nuctec, Alibaba en el comercio electrónico y Didi Chuxing en los viajes compartidos, por nombrar algunos.
Estos negocios crecientes y el lenguaje cordial de China de camaradería “Sur-Sur”, donde todos salen ganando, no deben distraer a la región del hecho de que la potencia asiática y sus entidades también persiguen objetivos, entre ellos capturar la mayor parte posible del valor añadido en las cadenas de suministro y dominar industrias estratégicas. La debilidad de las instituciones de la región y sus interacciones poco transparentes ayudan a menudo a los chinos a sacar lo mejor del trato.
Los chinos no son los primeros extranjeros que firman acuerdos poco equitativos o mal concebidos con las élites locales, pero la dificultad de obtener reparación del gobierno chino cuando las empresas con sede en China se comportan mal debería hacer reflexionar a los gobiernos de toda la región, vulnerables por la debilidad de los sistemas de supervisión y justicia.
La región ya está llena de dos décadas de proyectos chinos fallidos que beneficiaron a los locales que firmaron el acuerdo y a los chinos que hicieron el trabajo, pero dejaron a la gente con la factura y el desorden. El Canal de Nicaragua, las represas de Quijos y Coca Coda Sinclair en Ecuador, el proyecto CVG Ferrominera Orinoco y el tren Tinaco-Anaco en Venezuela, el tren Montero-Bulo Bulo en Bolivia, el puerto de contenedores de Colón en Panamá y el tren bala Ciudad de Panamá-David son sólo algunos de ellos.
En América Latina, los políticos y empresarios se sienten incómodos al hablar de forma demasiado crítica de esa trayectoria de China, más aun cuando se trata de su represión de la democracia en Hong Kong, el internamiento de los musulmanes uigures, la intimidación militar de Taiwán y los reclamos territoriales contra sus vecinos, por temor a poner en peligro el acceso al mercado chino o los lucrativos acuerdos con socios comerciales de la potencia.
A medida que China avanza en América Latina en 2023, la transparencia, los datos, el debate público y los procesos gubernamentales competentes contribuirán en gran medida a proteger a la región de las prácticas chinas más depredadoras y a capacitarla para aprovechar las verdaderas oportunidades de ese país.
Latin America, China, and Pursuing the Region’s True Self-Interest
Evan Ellis
Latin America Research Professor, U.S. Army War College Strategic Studies Institute
Brazilian President Luiz Inácio Lula da Silva’s high-profile April 2023 trip to the People’s Republic of China (PRC) highlights that, with the end of the Xi regime’s zero-Covid policies facilitating travel by diplomats and businesspersons, China is set to make major advances with the region. Presidents Xiomara Castro, Gustavo Petro, Chan Santokhi, and Gabriel Boric may all travel to China this year, and Xi could visit the Latin America.
The International Monetary Fund recorded $445 billion in PRC trade with the region in 2021 (a 26-fold jump in two decades), while the Mexico-based China-Latin America Caribbean network documents 524 Chinese investment projects in the region worth $172 billion during the period. PRC-based companies are expanding their presence in electricity transmission and distribution, renewable energy generation (hydroelectric, wind, photovoltaic and even nuclear), and across the digital domain from telecommunications and cloud services (including Huawei, ZTE, Xiaomi and Oppo), security systems with biometrics (Hikvision and Dahua), Nuctec customs scanners, Alibaba in eCommerce and Didi Chuxing in ride-sharing, to name a few.
Such growing business, and China’s disarming language of “win-win,” “South-South” camaraderie must not distract the region from the reality that the PRC and its entities are also pursuing goals, including capturing as much of the value added in supply chains as possible, and dominating strategic industries. The weakness of the region’s institutions, and its non-transparent interactions often help the Chinese to get the better of the bargain.
The Chinese are not the first foreigners to sign lopsided or ill-conceived deals with local elites, but the difficulty of obtaining redress from the Chinese government when PRC-based companies behave badly should give pause to governments across the region, vulnerable through weak oversight and justice systems.
The region is already littered with two decades of failed Chinese projects that benefitted the locals signing the deal and the Chinese doing the work, but left the people with the bill and the mess. The Nicaragua Canal, the Quijos and Coca Codo Sinclair dams in Ecuador, the CVG Ferrominera Orinoco project and Tinaco-Anaco train in Venezuela, the Montero-Bulo Bulo train in Bolivia, the Panama Colon Container Port and Panama City-David bullet train are but a few.
In Latin America, politicians and businesspersons are uncomfortable to talk too critically of China’s track record, let alone its repression of democracy in Hong Kong, internment of Uighur Moslems, ongoing military intimidation of Taiwan, and “9-dash-line” territorial claims against its neighbors, lest such talk risk jeopardize access to China’s market or lucrative deals with PRC-based business partners.
U.S. discussion of such risks is similarly dismissed by the region, on the flawed logic that the U.S.’ own flaws, or failure to “out-bid” the Chinese is license for Latin American elites to take PRC money without an open, competent public review. As China advances in Latin America in 2023, transparency, data, public debate, and competent government processes will go far in protecting the region from China’s most predatory practices and empowering it to take advantage of China’s true opportunities.