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Brasil, ¿el país del futuro?

Durante una visita a Río de Janeiro el año pasado, el presidente estadounidense, Barack Obama, afirmó ante una enfervorizada multitud que Brasil ya no es el país del futuro...

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 6 de marzo de 2012 a las 05:00 hrs.

Durante una visita a Río de Janeiro el año pasado, el presidente estadounidense, Barack Obama, afirmó ante una enfervorizada multitud que Brasil ya no es el país del futuro. “Durante muchísimo tiempo (...) les pidieron que esperasen un día mejor, que estaba a la vuelta de la esquina”, dijo Obama. “Meus amigos, ese día ha llegado”.

¿Está Obama en lo cierto? A primera vista, la respuesta parecería ser un indudable sí. Hoy Brasil es democrático y su presidente se sienta junto a los líderes de Rusia, India y China en las publicitadas cumbres de los “BRIC”. Su economía sobrellevó la crisis desatadapor el colapso de Lehman Brothers en 2008 y logró una vigorosa recuperación en 2010. Brasil no solo sigue siendo potencia futbolística, sino que también será anfitrión de la Copa Mundial en 2014 y de las Olimpíadas dos años después.

Durante un tiempo, los mercados financieros se embarcaron en una tórrida aventura amorosa con Brasil. Luego de la crisis los capitales llovieron sobre el país, elevando los precios de sus activos. Petrobras, el gigante petrolero, colocó 
US$ 67 mil millones en su oferta pública inicial, la mayor de la historia hasta ese momento.

Pero si hurgamos un poco más comienza a emerger una situación más compleja. Un departamento en un barrio de moda en San Pablo puede costar tanto como uno en Londres o en Nueva York. Pero cuando se trata de competitividad, el puesto de Brasil en el último índice del Foro Económico Mundial es el 53, justo delante de Mauricio y Azerbaiyán, y detrás de Malta y Sri Lanka.

Por supuesto, la situación macroeconómica brasileña es infinitamente mejor que la de hace una década, pero a qué velocidad puede crecer Brasil, y durante cuánto tiempo, continúa siendo la gran interrogante. Pasado el boom de 2010, el crecimiento económico se desaceleró estrepitosamente. De hecho, para el tercer trimestre de 2011 la expansión se había paralizado. La actividad ha mejorado un poco desde entonces, pero los pronósticos sobre el crecimiento del PBI para 2012 son a lo más del 3,5%.

Si Brasil aumenta su tasa del inversión desde el actual 19% del PBI al 23% (lo que necesita para construir toda esa infraestructura para la Copa Mundial), deberá incurrir en un déficit de cuenta corriente y depender del ahorro externo por montos equivalentes al 3-4% de su PBI durante los próximos años. Hoy esa brecha puede financiarse fácilmente gracias a la abundante liquidez global, pero una cesación de pagos desordenada en Europa, o una eventual contracción monetaria estadounidense (sí, llegará algún día) podrían cambiar esa situación.

Ni el sector privado ni el público ahorran lo suficiente en Brasil, pero la carencia de ahorros gubernamentales es el problema mayor. No se debe a bajos ingresos: la participación de los impuestos en el PBI brasileño es la mayor en Latinoamérica. El problema es un Estado que invierte muy poco, porque ha atado demasiados fondos a gastos corrientes inflexibles.

Las jubilaciones del sector público son un buen ejemplo. Un informe reciente del banco Itaú estima que en 2010 el sistema de seguridad social que cubre a los trabajadores del sector privado gastó el 6,8% del PBI en beneficios para 24 millones de personas. Durante el mismo año, el sistema para los trabajadores del sector público pagó beneficios por aproximadamente el 2,1% del PBI, pero para menos de tres millones de personas. En otras palabras, el beneficiario promedio del sector público percibe 2,5 veces lo que el beneficiario del sector privado.

La presidente Dilma Rouseff está muy consciente del problema y por eso su gobierno está impulsando una ambiciosa reforma previsional en el Congreso. Pero los avances, tal vez inevitablemente, han resultado lentos. Se espera que la Cámara Baja apruebe en breve la reforma para su pase al Senado – transcurridos apenas 15 años desde su presentación inicial.

El objetivo es liberar recursos para la inversión pública que Brasil necesita desesperadamente. En un país del tamaño de un continente y ubicado lejos de los mercados asiáticos, los costos de transporte son fundamentales. Brasil debe construir nuevas rutas, puertos y aeropuertos, y no solo para los fanáticos del fútbol en 2014. Debe construirlos para generar las nuevas exportaciones y los empleos mejor remunerados que Brasil necesita para reducir su gigantesca desigualdad en el ingreso. Cuando eso ocurra, Brasil será el país del presente y del futuro.



Copyright: Project Syndicate, 2012

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