Cartas

Sobre el seguro de longevidad

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Señor Director:

Sorprende que en el artículo “Las dudas de los técnicos por el seguro de longevidad” publicado en este medio este martes, se desacrediten una serie de estudios académicos que simulan distintas alternativas de seguro de longevidad, la transición requerida y herramientas que permiten mitigar su regresividad. Por ejemplo, Bernstein et al. (2017) y Blanchet (2015).

También se señala que el seguro de longevidad sería “una apuesta riesgosa” y que el mercado no tendría interés en él. Llama la atención que el seguro social que propone el Gobierno no genere el mismo grado de escepticismo, toda vez que sus parámetros, gobernanza, sostenibilidad y efecto final en las pensiones son una incógnita mayor.

Por otro lado, pese a la dificultad asociada al riesgo moral en seguros voluntarios de este tipo, en Estados Unidos y Canadá ya existen seguros voluntarios de estas características. También es bueno recordar que en Chile el actual mercado de rentas vitalicias (de gran interés para aseguradoras mundiales) sólo se generó una vez que el DL.3500 estuvo en vigencia. Es decir, hay evidencia de que la generación de nueva demanda induce a más oferta.

El problema de fondo parece ser que el seguro de longevidad “compite” con el seguro social propuesto por el Gobierno. Ninguna herramienta es una bala de plata para mejorar las pensiones. Por eso mismo, todos tenemos el deber de analizar desapasionadamente las distintas opciones sobre la mesa y no descartarlas a priori.

Soledad Hormazábal y Juan José Obach

Centro de estudios Horizontal

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