Cartas

La arista oculta de la Ley de Fármacos II

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Señora Directora:

El Covid-19 ha visibilizado la importancia de los dispositivos médicos para el tratamiento y recuperación de los pacientes. Para garantizar su seguridad y calidad es fundamental contar con un marco regulatorio claro, eficaz y de bajo costo, que no se transforme en una barrera que impida a los pacientes acceder oportunamente a las últimas tecnologías.

La Ley de Fármacos II, que en un claro desacierto los incorpora y homologa a los medicamentos -aunque son totalmente distintos en esencia y funciones-, puede dar lugar a una serie de problemas para sus usuarios finales.

La ley hoy exigiría, entre otras cosas, que se certifique, en un plazo de seis meses de publicado el reglamento, cada uno de los dispositivos médicos que ingresan al país -cerca de 35 mil familias- con un costo que obviamente se trasladará a los pacientes. Además, es probable que el cumplimiento de excesivos requisitos atrase -e incluso impida- el acceso a equipos más sofisticados, de menor rotación, pero indispensables para ciertos tratamientos.

Como representantes de la industria de dispositivos médicos, hemos impulsado públicamente la urgencia de que el Ejecutivo diseñe un cuerpo legal específico para ellos, o que se acepten, como recomienda la OMS, los registros y certificaciones de agencias internacionales de prestigio (FDA, CE). Como esto no ha prosperado, la solución hoy es que el Ministerio de Salud tenga en cuenta esta realidad en el reglamento que está elaborando.

Sólo así se puede asegurar que el acceso a los dispositivos médicos sea tan igualitario -prácticamente el mismo en el sector privado y el público- como es hoy, garantizando así la seguridad y calidad al paciente.

Eduardo del Solar

Director ejecutivo Asociación de Proveedores de la Industria de la Salud (APIS)

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