Señor Director:
Con respecto a la carta del señor Julio Dittborn del día viernes 31 de diciembre quiero comentar algunos puntos que me parecen relevantes en el debate.Primero que todo, no encuentro que sea una probable torpeza de su parte el plantear este tema con argumentos válidos y con la intensión de hacerle un bien a nuestra sociedad.Sin perjuicio de lo anterior, creo firmemente en que la ilegalidad de las drogas es la manera más correcta de mantener a la sociedad ordenada y con el menor riesgo que caiga en el vicio alguna persona.En ese mismo sentido, el señor Dittborn plantea que legalizando vamos a terminar con la rentabilidad altísima del negocio de la droga. En mi opinión, eso no es correcto porque todo negocio tiene riesgos. Desde un punto de vista 100% económico, el negocio de la droga tiene una rentabilidad altísima cuando se logra terminar una transacción, pero el riesgo de que eso no suceda no es bajo y trae consigo pérdidas monetarias inmensas, además de la pérdida de la libertad de las personas involucradas. A mayor riesgo de un negocio se le exige una mayor rentabilidad, pero la esperanza de retorno es similar a la de un negocio cualquiera si uno incluye la probabilidad de perderlo todo. Si aumentamos esa probabilidad de perderlo todo con un combate agresivo contra el narco y micro tráfico también vamos a disminuir la rentabilidad del negocio.Tampoco creo que la ayuda que se le puede dar a la sociedad con educación efectiva, campañas, apoyo, etcétera para que no caigan en las drogas, sea exluyente con el combate policial al narcotráfico. Con una combinación de ambas estrategias, ejecutadas de manera eficiente y eficaz, se ataca la oferta y la demanda y con esto terminaríamos con este gran problema social que, como bien dice el señor Dittborn, afecta tan dramáticamente la vida de tantos chilenos modestos y muchas veces inocentes.
El año que comienza
Señor Director:
Es de esperar que el año que comienza sea diametralmente distinto al que acaba de terminar y que no se repita la serie de episodios trágicos que nos tocó vivir. Necesitamos un respiro.
Juan Carlos Urquieta