La científica que tras apostar por la innovación optó por el servicio público
Lideró la creación de Austral Biotech y el equipo que desarrolló un sistema para detectar la presencia de antibióticos en salmones y una técnica para detectar botritis en frutas de exportación. En 2015 se sumó al gobierno.
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En 2005 un fondo de inversiones le propuso a la bioquímica de la Universidad Católica, Virginia Garretón, crear una empresa de biotecnología con foco en industrias. Aceptó el desafío y ese mismo año creó Austral Biotech, donde un grupo de seis investigadores, incluido ella, se quedaron con un 30% de la propiedad de la nueva firma.
Antes de tirarse a la piscina realizó una gira por empresas con foco en recursos naturales para detectar posibles problemas que se pudieran resolver desde la biotecnología. Finalmente y, tras un estudio de mercado, optó por abordar la presencia de antibióticos en los salmones.
Luego de cinco años de investigación crearon un sistema para cuantificar oxitetraciclina, uno de los antibióticos más usados en salmones en esa época, a partir de la carne y piel de los peces. “El sistema permitía extraer el antibiótico del salmón en terreno y luego cuantificar la cantidad en el laboratorio”, comenta la bioquímica.
El objetivo de esta medición era cuantificar la cantidad de antibióticos en los salmones para determinar si estaban listos para ser cosechados o no. “Los salmones se tratan con antibióticos y luego se dejan en cuarentena para que lo procesen. Y esto ayuda a despejar la duda, sobre todo, para quienes adquirían los salmones”, explica Garretón.
Desarrollaron la detección bioquímica y el sistema semi biológico en un detector electroquímico, que se usa a nivel de laboratorio, y luego encargaron a una empresa nacional ensamblar estos dispositivos para crear un prototipo semi industrial y su posterior comercialización.
La innovación sólo llegó a nivel de prototipo y nunca llegó a comercializarse. La empresa realizó un estudio y concluyó que ya no había un mercado claro para vender un producto que, hace cinco años cuando Austral Biotech inició la investigación, a todos les había parecido una buena idea.
Frente a esa experiencia, la científica señala que el tiempo en que se realiza un estudio de mercado es un problema complejo de la teoría de la innovación. “Cuando partes un proyecto, cinco años antes, haces un estudio de mercado y todos te dicen que esto es lo que se necesita. Pero hacer una evaluación con ese nivel de antelación también es un riesgo, no es panacea, porque los mercados cambian y las regulaciones también”.
Además de la incursión con los salmones crearon otro sistema de detección basado en investigaciones básicas internacionales, para cuantificar botritis, un tipo de hongo que afecta a varias frutas chilenas de exportación, como uvas, arándanos y ciruelas.
“Es un hongo muy común y genera muchas pérdidas en frutas que se deben guardar. En Chile es un problema, porque la fruta debe viajar en condiciones en que los hongos de sienten muy cómodos, en el frío y luego, reciben un shock de calor antes de desembarcar, este paso facilita su propagación. Entonces si la fruta tenía muy pocos hongos, llega mal”, afirma.
Para enfrentar este problema desarrollaron una técnica de ADN para cuantificar la cantidad de células de botritis presentes en uvas y arándanos. Probaron la investigación básica desarrollada por otros científicos, la adaptaron a las necesidades locales y crearon un producto que llegó a ser comercializable. “El aporte nuestro fue determinar cómo extraer el ADN de manera eficiente”, precisa la científica.
El paso al servicio público
A fines de 2014 le ofrecieron la dirección ejecutiva la Iniciativa Científica Milenio, programa del Ministerio de Economía para crear centros de excelencia bajo el nombre de institutos milenios. Vendió su participación en Austral Biotech a la Universidad Santo Tomás y aceptó el desafío.
Permaneció en este cargo durante tres años y luego se tomó un año sabático. Tras esa pausa volvió al mundo público en 2018, esta vez como jefa de gabinete de la subsecretaria de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación.
Dice que le gusta el sector público, pero no cree que sea algo definitivo. Del mundo del “desarrollo para la utilidad”, como lo llama, dice que es “fascinante, pero muy difícil y complejo en Chile”.
En cambio, el público “tiene una cosa atractiva, es muy difícil cambiar las cosas, porque el Estado es una estructura muy rígida, pero cuando logras mover una perilla tiene un impacto muy grande y se ve como el país avanza”, señala Garretón.
Respecto de los cambios en el ecosistema de innovación desde que partió con el primer proyecto en Austral Biotech, dice que se han dado pasos importantes. Señala que hoy es más fácil emprender en ciencia, hay más inversionistas, menos aversión al riesgo desde los capitales y bancos que están explorando proyectos innovadores.
“Y desde la estructura pública se ha avanzado en entender que las innovaciones que vienen de la ciencia y de la tecnología tienen ciclos muy diferentes a las de una aplicación para el móvil, con escalas de financiamiento, tiempos y competencias de los equipos que son muy distintas”, comenta.