La cara “empresarial” del Covid-19
Francisco Orrego B. Director de empresas
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Francisco Orrego B.
El gobierno ha anunciado una serie de medidas de prevención para controlar la pandemia del coronavirus y resguardar la salud de los chilenos. A estas alturas, es evidente asimismo que esta crisis sanitaria, que ya tiene una dimensión global, tendrá repercusiones en las finanzas de los países afectados, entre ellos Chile, pero también tendrá efectos en las empresas. Por ello es que la preocupación de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) por los impactos financieros y operativos en las aseguradoras, los bancos y las empresas abiertas, así como el anuncio del nuevo presidente de la CPC, Juan Sutil, de crear una comisión ad hoc para abordar esta situación a nivel del empresariado son valiosos y necesarios.
Al mismo tiempo, también reflejan que el coronavirus podría tener repercusiones mayores que aquellas que se plantearon para el sector empresarial después del 18/O.
Aunque aún es pronto para calcular y dimensionar el impacto que tendrá el virus en las empresas chilenas, sus directorios están llamados a cumplir un rol activo frente a esta contingencia, tal como lo hicieron para el 18/O. Sin duda estamos frente a un nuevo escenario de riesgos que planteará una serie de desafíos para los máximos órganos corporativos. Se pondrá a prueba la capacidad de los directorios -y adicionalmente de los ejecutivos- para reaccionar y activar los planes o protocolos de contingencia operacionales y financieros como parte de sus responsabilidades legales de supervisar y monitorear los riesgos estratégicos de las compañías. Es muy probable, asimismo, que muchas de ellas ni siquiera tengan incluidos este tipo de contingencias en sus mapas de riesgo, lo que supone un desafío adicional para la administración.
Así como para el 18/O el llamado a los directorios fue aprovechar la oportunidad para revisar el propósito, misión y valores de las empresas en el contexto de una crisis política y social inédita en el país, en esta ocasión el llamado a los órganos corporativos es a abordar esta crisis sanitaria y financiera con seriedad y responsabilidad, pensando no sólo en el impacto directo para la empresa y sus accionistas, sino que también para sus trabajadores y colaboradores, proveedores, comunidades, entre otros grupos de interés. El impacto operacional y financiero de esta crisis nos afectará a todos, de modo que la elaboración e implementación de planes de contingencia para mantener la continuidad operacional de las empresas, o la revisión de los mismos, se alzan en esta ocasión como tareas prioritarias para los directorios. Pero dicha preocupación no se agota en lo operacional. Se extiende también a las situaciones de liquidez y necesidades de capital, a la fluidez operacional de la cadena de proveedores y clientes, teletrabajo, restricciones de viajes, reuniones remotas de directorios y comités, entre otras medidas de adecuación o ajuste que sean necesarias.
Junto con requerir información a las empresas bajo su supervisión, la CMF debería considerar medidas adicionales y excepcionales para enfrentar esta crisis. No debería descartarse que sea necesario conceder prórrogas para la presentación de los estados financieros a las empresas reguladas, así como facilitar la asistencia y apoyo en la elaboración de los mismos para divulgar los efectos financieros y operaciones de esta crisis.