Maduro asume segundo mandato con una América Latina que le da la espalda acusándolo de ilegítimo
Chile anunció que no reconocerá al nuevo gobierno y el canciller Roberto Ampuero consideró que “es un día negro para la democracia” del país.
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El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, inició ayer un segundo mandato de seis años, desafiando a gran parte de la comunidad internacional que no reconoce su victoria electoral de 2018 y que considera que su juramentación es “ilegítima”.
Ante tan sólo cuatro presidentes de América Latina, algunos otros mandatarios y representantes de países alineados ideológicamente, y sin la presencia de medios privados, el sucesor de Hugo Chávez juró ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y prometió, ahora sí, “construir el socialismo del siglo XXI, como fue el mandato de nuestro comandante”.
Pero ni el apoyo irrestricto de las fuerzas militares ni el control absoluto de tres de los cuatro poderes del Estado, evitaron que se produjera la condena mundial.
Apenas el presidente del TSJ, Maikel Moreno, decretó el inicio del nuevo período, Paraguay rompió “todo tipo de relaciones con Nicolás Maduro, porque no lo reconocemos”.
Chile, en tanto, dijo que no reconocerá a la nueva administración e instó a “que se transfiera de forma provisional el Poder Ejecutivo a la Asamblea Nacional (AN) para que se realicen a la brevedad nuevas elecciones presidenciales conforme a los estándares internacionales”.
Colombia, Argentina, Estados Unidos y Perú se sumaron al rechazo, mientras que la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó una resolución desconociendo a la nueva administración.
Lápida a la democracia
Desde Chile, el canciller Roberto Ampuero consideró que, con su juramentación, Maduro colocó “una lápida sobre la democracia venezolana” y que el nuevo gobierno “es la continuidad del mismo Nicolás Maduro que ya todos conocemos y que ha causado la tragedia que también tiene impacto hemisférico”.
El funcionario reiteró que Chile considera a la AN como “la única instancia realmente democrática” y dijo que las relaciones se mantendrán en un “bajo nivel”, en consonancia con el resto de los países que integran el Grupo de Lima.
De esas naciones, Paraguay y Perú tomaron ayer acciones más drásticas, y Panamá estudia acciones.
En nombre del primero, el presidente Mario Abdo Benitez ordenó “el cierre de la embajada venezolana en el país y el inmediato retiro del personal diplomático” que se encuentra en Caracas.
Por su parte, el Ejecutivo liderado por Martín Vizcarra llamó a consultas a su encargada de negocios, Rosa Álvarez.
Mientras, para el argentino Mauricio Macri y para el colombiano Iván Duque, el nuevo gobierno será considerado una “dictadura”. La Casa Rosada además prohibirá el ingreso de funcionarios venezolanos al país y suspendió negociaciones comerciales.
Con EEUU no habrá mejores relaciones. El gobierno de Donald Trump seguirá “aumentando la presión sobre el régimen corrupto”.
“Es hora de que Venezuela comience un proceso de transición que pueda restaurar el orden constitucional y democrático celebrando elecciones libres y justas que respeten la voluntad del pueblo”, sostuvo el comunicado del secretario de Estado, Mike Pompeo.
Canadá, la Unión Europea y el Mercosur también consideraron que la nueva administración se construye “sobre la base de elecciones no democráticas”.
“Acto de paz”
Puertas adentro del TSJ, Maduro reiteró en varias ocasiones que su mandato tiene como objetivo la paz del país, que él es plenamente demócrata y que su juramento “es un acto de paz”.
Sus palabras querían justificar que su segundo mandato era legal, aun cuando no se llevó a cabo ante el Parlamento -como dicta la Constitución- por estar considerado en “desacato” por el Ejecutivo.
Rechazó las críticas en su contra. “Venezuela es el centro de una guerra mundial del imperio norteamericano y sus gobiernos satélites. Han querido tomar esta posesión como una guerra mundial contra nuestro país”, dijo. “Somos una de las víctimas principales de esa intolerancia ideológica”, agregó.
Arremetió contra el mandatario de Brasil, Jair Bolsonaro, a quien acusó de dejarse manipular por la derecha venezolana, que “ha infectado de su fascismo a la derecha latinoamericana. Veamos el caso de Brasil con el surgimiento de un fascista como Jair Bolsonaro”.
En su incendiario discurso, fustigó también al Grupo de Lima y convocó a una cumbre para debatir “francamente y ojalá llegar a acuerdos”, que permitan “superar este clima de intolerancia que daña nuestro continente”.
Pero no dio señales de cambios. Dijo que “Venezuela seguirá por el mismo camino” con el que ha gobernado desde el primer día en que asumió la presidencia.
Para ayer se esperaban anuncios económicos; sin embargo, no llegaron. Será hasta la próxima semana, cuando Maduro esboce cómo buscará solucionar los problemas económicos de la nación.
Legislativo en acción
En lo interno, la Asamblea Nacional inició acciones para dejar en evidencia el vacío de poder que existe en el país.
El presidente del Parlamento, Juan Guaidó, rechazó la juramentación y llamó a las Fuerzas Armadas para que ayuden a poner fin a “la usurpación del poder”. “La Asamblea Nacional hace un llamado a las Fuerzas Armadas y oficiales que no se han dejado corromper por ningún motivo, hagamos valer nuestra constitución”, dijo.