Ffrench-Davis: “Una inflación baja tiene que ser acompañada de crecimiento alto y empleo alto”
El economista rescata la importancia de que se mantenga “bien cerrada la puerta” a la posibilidad de que el ente emisor financie al aparato público, tal como lo establece el Capítulo XIII de la carta magna.
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No sólo al gobierno remeció el conflicto social que estalló en el país el 18 de octubre. Una serie de economistas volvió al primer plano con propuestas para atender las demandas de la ciudadanía. Uno de ellos fue el académico de la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile, Ricardo Ffrench-Davis, ahora como parte del foro bautizado para un "Desarrollo justo e inclusivo". Pero su currículum tiene larga y destacada data. En los '80 fue uno de los referentes del equipo de técnicos de la oposición de la entonces junta militar y luego, una vez iniciada la transición a la democracia, pasó a ser el primer director de Estudios del Banco Central autónomo.
De cara al debate de una nueva Constitución, el economista militante de la Democracia Cristiana (DC) rescata la importancia de que se mantenga "bien cerrada la puerta" a la posibilidad de que el ente emisor financie al aparato público, tal como lo establece el Capítulo XIII de la carta magna que da origen a la entidad independiente, con patrimonio propio, de carácter técnico, cuya composición, organización, funciones y atribuciones determinará una Ley Orgánica Constitucional (LOC).
Todo bajo un paraguas de imprescindible "coordinación" entre la autoridad monetaria y el gobierno de turno, que a su juicio fue clave en los '90 para impulsar un proceso de ajuste –alza de tasas de interés-, instaurar un encaje a capitales financieros externos e intervenir sistemáticamente en el tipo de cambio para evitar inestabilidad tan dañina para el desarrollo. "En mi lenguaje, no se ejerció la autonomía en el sentido de yo tomo las decisiones por mi cuenta y no le pregunto a nadie al otro lado, y esa acción conjunta fue determinante –con mayúscula- de que por ocho años creciéramos sobre 7%, fue un crecimiento real, sostenible, no recuperación, diferencia que el neoliberalismo suele ignorar", afirma.
- ¿Es relevante que el carácter autónomo se quede en la Constitución o puede ser una ley distinta?
- Si se dice en la Ley Orgánica Constitucional del banco o en la Constitución, es tema de constitucionalistas. No me siento con propiedad para decir qué ponemos o sacamos de la Constitución, pero me parece bien mantener que en condiciones normales -la Constitución plantea la excepción de guerra exterior-, los gastos fiscales no se financiarán con la impresión de billetes. Se hizo en los '70 en Chile y en los '80 en Argentina, Brasil y Perú, y en todos los casos tuvimos hiperinflaciones, que son tremendamente destructivas, regresivas y corruptoras.
Lo natural es que todo gasto fiscal se financie con impuestos y con la capacidad de endeudamiento en los mercados internacionales, el FMI o Banco Mundial. Chile tiene gran espacio para endeudamiento y, además, dado que fuimos muy responsables, especialmente en los años '90 y 2000, de guardar plata en tiempos de vacas gordas; gracias a ello, tenemos recursos propios para enfrentar las emergencias como ahora. Y más allá de las emergencias, tenemos que hacer reformas tributarias profundas, con varios puntos adicionales de recaudación fiscal para impulsar un crecimiento inclusivo; ambos objetivos, pues son muy complementarios y ambos necesarios para una paz social sostenible.
- Y, en este contexto, ¿el banco debiera hacerse eco de tener también objetivos, por ejemplo de crecimiento?
- Obviamente. En Estados Unidos se considera explícitamente y tenemos las recomendaciones de varios premios Nobel de Economía y dos o tres más destacados que aún no son premio Nobel, diciendo que debemos tener un manejo macroeconómico que se ocupe más de la economía real y no solo de la inflación. Una inflación baja tiene que ser acompañada de crecimiento alto y empleo alto. No hay un salario mínimo creciente y sostenible sin crecimiento alto.
La macro nos ha fallado durante los últimos 20 años. Hemos hecho bien algunas cosas, hemos tenido inflación baja, no ha habido situaciones caóticas hasta el 18 de octubre, pero el crecimiento del PIB se cayó de una media de 7,4% en los '90 a una media de 3,4%-3,5% desde entonces.
La responsabilidad en la macro nos ha fallado, hemos estado con una economía que, en la mayor parte de los dos decenios recientes, presenta una brecha entre el PIB potencial -lo que somos capaces de hacer con todas nuestras virtudes y defectos- y el PIB efectivo.
O sea, necesitamos corregir la macroeconomía, no estamos en una situación de no cambiar las cosas porque están funcionando bien, hay que recuperar un crecimiento alto. Llevamos 20 años con un crecimiento mediocre, más rápido que América Latina sí, pero la región lo ha hecho mal, no es el ejemplo. Miremos los 30 años de Corea y Taiwán creciendo 8%.