Enap: El estilo Roccatagliata
A Andrés Roccatagliata nunca le había tocado un desafío tan difícil como el que hoy enfrenta: dirigir Enap. Logró sortear con éxito el 2019, pero hoy enfrenta la crisis más profunda de la industria de hidrocarburos a nivel global, lo que ha repercutido negativamente en los resultados de la empresa.
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Andrés Roccatagliata recuerda bien el episodio: "El viernes 3 de agosto de 2018, tres días antes de que asumiera la gerencia general de Enap, el entonces ministro de Hacienda Felipe Larraín me citó en su oficina en Teatinos junto a otros directores. Ahí nos dijo: 'Aquí tienen un cheque por US$ 400 millones para capitalizar a Enap, pero este es el último cheque le vamos a dar'. Existe la idea errónea de que las empresas estatales simplemente son ineficientes, pero el mandato de la autoridad fue clarísimo; nos exigieron eficiencia desde el minuto cero".
Este viernes 28 de agoste se conocieron los resultados del primer semestre de 2020 de Enap. Los números, aunque mejores de lo que esperaba el mercado, dan cuenta de la difícil situación que vive la empresa producto de la pandemia. Así, a junio de este año, la estatal reportó pérdidas por US$ 129 millones. Y una deuda consolidada a mayo del 2020 de US$ 4.463 millones.
Aunque el foco de la administración de Roccatagliata ha apuntado justamente a disminuir los pasivos y mejorar la eficiencia para transformar a la compañía dedicada a la refinación de combustibles en una firma sustentable, el coronavirus golpeó sin piedad sus esfuerzos y los de su equipo, quienes en 2019 cerraron el año con una pequeña utilidad de US$ 4,8 millones (post impuestos), en contraste con las pérdidas de US$ 231 millones del 2018.
A pesar de la delicada situación de Enap, Roccatagliata no baja los brazos: "Nadie puede estar contento cuando se pierde plata, pero es importante mirar hacia adelante y valorar lo que se ha hecho. Con orgullo puedo decir que, pese a que enfrentamos el peor año en la historia con una reducción del 40% de la demanda de nuestros productos, un dramático desplome internacional en los márgenes de refinación y una importante caída en los precios del petróleo a nivel mundial, durante el primer semestre no endeudamos en ningún peso más a la compañía". De hecho, desde que asumió, Enap ha disminuido su deuda en US$ 640 millones.
"Si bien el mercado estima que, dado el escenario actual de pandemia, las pérdidas de la compañía podrían llegar a los US$ 500 millones a fines de este año, creo que con todos los esfuerzos que estamos haciendo vamos a estar bastante distantes de ese monto", agrega optimista su gerente general.
Del retail al petróleo
Con una larga carrera en la banca y el retail, su fama de buen administrador pesó al momento del nombramiento. Por casi una década Roccatagliata se desempeñó como gerente general de Ripley y luego ofició como vicepresidente del Banco Ripley para Chile y Perú. Antes de su paso por el retail, trabajó 23 años en el Banco Santander.
El aterrizaje en Enap no fue fácil. Pocos días después de su llegada, explotó públicamente el desastre ambiental de Quintero y Punchuncaví, donde se apuntó a las operaciones de esa empresa en la zona como uno de los máximos responsables de la crítica situación medioambiental que la afectaba.
"En esa bahía hay 15 empresas que trabajan hace cerca de 50 años allá y la gente cree -con cierta razón- que los que estamos ahí, cual más cual menos, hemos colaborado para que se haya producido lo que se produjo. Como administración, nos acusaron e hicieron responsables. No teníamos mucho que decir porque no se trataba de decisiones que nosotros hubiésemos tomado. Pero hicimos la pega sobre todo para defender a la gente que trabaja aquí", explica.
Fue el primer golpe, pero estaba lejos de ser el único. "Nos encontramos con una empresa sumamente endeudada, los pasivos en junio del 2018 alcanzaron un peak de US$ 5.200 millones. Solo en intereses pagábamos alrededor de US$ 250 millones anuales, más de lo que costó remodelar todo el metro después de los ataques del estallido social", revela.
En agosto del 2018, enviaron a todos los trabajadores un comunicado donde se transparentaba el estado financiero de la compañía. También les informaron que dado ese diagnóstico se harían economías profundas para intentar mejorar la crítica situación.
"Comenzamos sacando la grasa. Por ejemplo, cortamos asesorías, muchas de ellas millonarias, y redujimos los viajes -solo en 2017 se realizaron mil al extranjero-". En una primera etapa, el acento estuvo en disminuir la deuda, pero sin afectar la estructura operativa y el personal. "Enap se endeudaba a un ritmo promedio de US$ 500 millones anuales, nosotros en esa primera época hemos logrado reducir la deuda en US$ 400 millones producto de la capitalización y otros US$240 millones por mejor productividad y eficiencia", explica Roccatagliata y agrega que en enero de 2019 se comenzó con la segunda etapa de recortes: "Lamentablemente esa sí contempló una importante reducción de personal. Más de 700 personas debieron salir de la compañía".
-¿Cómo fue la reacción de los sindicatos?
-Los despidos se realizaron entre enero y febrero de manera que tuviesen el menor impacto para la empresa, evitando la desestabilización de la operación y, por ende, el desabastecimiento. El proceso no fue con la venia de los sindicatos, quienes obviamente se la jugaron por defender los cargos, pero sí creo que finalmente contamos con su entendimiento, lo que se tradujo en que fue un proceso que se hizo sin mucho ruido.
Por otro lado, se hicieron cambios en las capas superiores ejecutivas de la compañía. Hoy el 40% de esa plana es femenina.
Para 2019 la administración de la estatal presentó un plan de ahorro de US$ 100 millones anuales y, paralelamente, decidieron reducir las inversiones de la empresa de US$ 800 a US$ 400 millones. La misión fue un éxito: 2019 se transformó en el año récord de producción de la estatal en toda su historia, asegura el gerente general. Los resultados de 2019 mejoraron en US$ 450 millones respecto del año anterior. El resultado antes de impuestos fue una pérdida de US$ 50 millones.
Un balde de hielo
El 2020 partió con optimismo en Enap. "Pero se nos vino el coronavirus y todo cambió. Fue como un balde de hielo. Tuvimos que reformular el plan estratégico", cuenta. En conjunto con el directorio de la empresa, fijaron tres líneas prioritarias de acción para este año: Primero, cuidar la salud de todos los trabajadores y contratistas a través de varios protocolos de seguridad e incluso la creación de residencias sanitarias en caso de que hubiese un brote importante de coronavirus en alguna de sus operaciones relevantes.
Segundo, pusieron como prioridad de la compañía asegurar el abastecimiento nacional del combustible. Enap distribuye el 100% de la gasolina en Chile y el 60% del diésel y, por lo tanto, su rol es estratégico para el funcionamiento del país. "Decidimos robustecer nuestro sistema de puertos, almacenamiento y distribución: desde los barcos que vienen del Golfo de México, pasando por el funcionamiento de nuestros puertos, los centros de abastecimiento y refinerías hasta los canales de distribución a través de ductos, oleoductos, gasoductos y transporte terrestre. Esa cadena logística no puede fallar, menos en una pandemia como la que estamos viviendo", revela el ejecutivo.
La tercera directriz fue disminuir las pérdidas, porque, concluyeron, éste definitivamente no es un año para ganar plata. "De hecho, Energía, Hacienda y la Dipres nos tienen sumamente apretados en el buen sentido de la palabra para que cuidemos la empresa", dice.
Economía de guerra
"Más allá de los esfuerzos de 2019, vimos dónde podíamos reducir ahora", sentencia Roccatagilata sobre el nuevo plan de ajuste de costos. Para ello se pusieron una meta más agresiva que la del año pasado: "Queremos ahorrar US$ 200 millones adicionales. Para tener una idea, el 2019 en todo el año ahorramos una cifra redonda de US$ 100 millones y este año solo en el primer semestre hemos ahorrado US$ 115 millones", añade.
Tomaron medidas profundas. Por ejemplo, tanto trabajadores como ejecutivos renunciaron a la renta variable y otros beneficios. Además, abrieron la canasta de compras y empezaron a adquirir crudo desde todo el mundo, cuestión que no se había hecho. Antes se limitaban a comprar en países que no tenían aranceles, pero el grupo de esas naciones son pocas. Con ello, lograron comprar más barato y los proveedores tradicionales se hicieron más competitivos.
Con todo, y a pesar de los esfuerzos, en Enap reconocen que atraviesan una situación financiera complicada producto de la pandemia y la incertidumbre de los mercados actuales. Y no solo ellos.
Roccatagliata apunta al difícil panorama que enfrenta la industria de hidrocarburos global: "La industria está pasando su peor año histórico. Shell, por ejemplo, en el primer semestre de este año anotó pérdidas por US$ 16.437 millones, versus los US$ 2.621 de utilidades en 2019 y nuestros vecinos de YPF, que el año pasado tuvieron un resultado cercano a cero, en lo que va de 2020 han perdido US$ 1.215 millones. Muchas refinerías han cerrado o disminuido drásticamente sus operaciones. Nosotros hemos podido implementar cambios profundos que al menos nos han permitido disminuir fuertemente nuestras pérdidas".
-En este contexto, hay sectores que plantean privatizar empresas estatales. ¿Lo contemplan en Enap?
-La energía es estratégica para los países. Con los resultados que vemos en la actualidad, es posible que si privados estuvieran a cargo de Enap legítimamamente quisieran salir del negocio. Pero este es un sector que no puede cerrar porque el país quedaría sumamente desprotegido. Alguien tiene que asegurar continuidad y ese es el rol del Estado. Ahora, respecto de la enajenación de ciertos activos, efectivamente hay inversiones donde no somos controladores y que tal vez nuestra participación en ellos no es tan importante, porque ya cumplimos con nuestro rol impulsor en ellos. Por lo tanto, en esos casos que no son estratégicos, ni cruciales, sí evaluamos ventas.