"Me gustaría ver en la cumbre la confirmación del inicio del repunte en Chile"
El ejecutivo inaugurará hoy la V Cumbre Anual de Inversionistas, que reunirá a los principales protagonistas de la actividad económica y financiera del país.
Por: | Publicado: Jueves 6 de mayo de 2010 a las 05:00 hrs.
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Marta Lillo B.
El director ejecutivo de Santander Global Banking & Markets, Joaquín Quirante, se manifiesta un "optimista de corazón".
Y como tal, asegura que la V Cumbre Anual de Inversionistas, convocada por el brazo financiero de banco Santander y revista Capital, será cuando las empresas den cuenta de las señales de recuperación de la economía tanto nacional como mundial. "Me gustaría ver en la cumbre la confirmación del inicio del repunte económico en Chile y en parte del mundo. Si bien las recuperaciones tienen sus altos y bajos, y al margen de la volatilidad actual de los mercados, estamos ya en la salida de la tremenda crisis que comenzó en 2008", asegura.
Una recuperación que iba a ser lenta, añade el ejecutivo español, pero también consistente. En el caso de Chile, ésta se vio frenada por el terremoto del 27 de febrero pasado, que removió al país pero no la confianza de los inversionistas en el mercado local, enfatiza. "La confianza se basa en conocimiento de la información y en hechos contrastados. En Chile, ambas cosas se dan: hay conocimiento de lo que está pasando y solidez financiera, buen desempeño económico, planes de trabajo, knowhow de las compañías, y adicionalmente un desempeño excepcional después de un evento tan disruptivo como el terremoto. Están todas las bases para que esa confianza esté a prueba de bala".
- ¿Cómo se traduce esta confianza en el actual escenario?
- En una serie de proyectos de inversión dentro de Chile que están encima de la mesa, capacidad de financiamiento y acceso a los mercados de capitales a mejores niveles. El terremoto, dejando al margen de la tragedia, no sólo es oportunidad de reconstruir, sino un catalizador para hacerlo mejor. Fue una aceleración de procesos de inversión que puede terminar convirtiéndose en un círculo virtuoso.
- Esto aumenta el atractivo de inversión del país, entonces.
- El escenario de inversión y la dinámica de Chile son atractivos en cualquier circunstancia. Hay apetito por riesgo chileno. Diría que incluso Chile debe emitir bonos dentro y afuera del país, para establecer benchmarks para su curva de tipos, y que sirva de referencia para las empresas. Porque hay una escasez de deuda en el mercado local.
- ¿Será un año seco en deuda corporativa?
- Sí, pero por buenas razones. Las compañías chilenas de verdad hicieron muy bien sus deberes el año pasado, de tener una situación financiera muy sólida, por lo que no hay una presión inmediata para conseguir financiamiento. Entonces es lógico esperar que el volumen de operaciones sea menor.
- ¿Cuán sostenibles son las señales de repunte económico tanto en Chile como el mundo?
- Esta fue una crisis muy profunda, se ocuparon todos los medios para amortiguarla lo más posible, y se están comenzando a ver materializaciones de todo lo que ha pasado, sobretodo en Estados Unidos y en los mercados emergentes. Evidentemente, como la economía es tremendamente dinámica, también han surgido problemas para esa recuperación, como es el caso de la crisis de deuda pública y déficit fiscal de Grecia.
- Pero se advirtió el año pasado que el nivel de endeudamiento de los países, producto de los planes de rescate en la crisis financiera, iba a subir. ¿Debiera sorprender que Grecia, España y Portugal hayan caído en déficit?
- No debería haber sorpresa. Que los gobiernos iban a tener déficit fiscales motivados por las medidas de amortiguación, se dijo desde un inicio. Pero España tenía hace un año superávit fiscal. Claramente hay que hacer mejoras estructurales, para que los próximos superávit y la reducción actual del déficit, sea sostenible en el tiempo.
El problema es que se ha hecho una simulación a futuro, de mantenerse la situación actual de forma lineal, y se proyecta que la deuda pública española iría por sobre el 100% del PIB.
Pero no es comparable con la situación de Grecia, que sí tenía una deuda de su PIB muy importante y un déficit fiscal que arrastraba de mucho antes que la crisis.
Pero una cosa es hacer los ajustes de mercado y otra distinta son los ajustes estructurales, que requieren un consenso político y social. Y eso lleva su tiempo.
- ¿En el intertanto, qué efectos observaremos en el mercado europeo?
- No veo un problema de ruptura del euro, pero sí de ajuste de esta problemática que va a seguir sucediendo durante un tiempo. Si esto se va solucionando de manera ordenada, porque la reducción del déficit es dura pero es posible, el riesgo de contagio es pequeño. Y si esto termina siendo acotado a Europa, veo que estaremos en al senda de recuperación.
- La crisis generó serios cuestionamientos a cómo opera el sistema bancario, con regulaciones pendientes en EE.UU. y Europa.
- Una cosa es regulación y otra es supervisión. Hay una evidente politización del tema, y meter a todo el sistema bancario en el mismo saco no es correcto, porque hubo ciertamente bancos que cometieron abusos pero Santander pasó la crisis. La regulación es mejorable, sin duda, pero el tema pasa por la supervisión. Si van a mejorarla, debe ser más estricta y con sanciones durísimas.
El director ejecutivo de Santander Global Banking & Markets, Joaquín Quirante, se manifiesta un "optimista de corazón".
Y como tal, asegura que la V Cumbre Anual de Inversionistas, convocada por el brazo financiero de banco Santander y revista Capital, será cuando las empresas den cuenta de las señales de recuperación de la economía tanto nacional como mundial. "Me gustaría ver en la cumbre la confirmación del inicio del repunte económico en Chile y en parte del mundo. Si bien las recuperaciones tienen sus altos y bajos, y al margen de la volatilidad actual de los mercados, estamos ya en la salida de la tremenda crisis que comenzó en 2008", asegura.
Una recuperación que iba a ser lenta, añade el ejecutivo español, pero también consistente. En el caso de Chile, ésta se vio frenada por el terremoto del 27 de febrero pasado, que removió al país pero no la confianza de los inversionistas en el mercado local, enfatiza. "La confianza se basa en conocimiento de la información y en hechos contrastados. En Chile, ambas cosas se dan: hay conocimiento de lo que está pasando y solidez financiera, buen desempeño económico, planes de trabajo, knowhow de las compañías, y adicionalmente un desempeño excepcional después de un evento tan disruptivo como el terremoto. Están todas las bases para que esa confianza esté a prueba de bala".
- ¿Cómo se traduce esta confianza en el actual escenario?
- En una serie de proyectos de inversión dentro de Chile que están encima de la mesa, capacidad de financiamiento y acceso a los mercados de capitales a mejores niveles. El terremoto, dejando al margen de la tragedia, no sólo es oportunidad de reconstruir, sino un catalizador para hacerlo mejor. Fue una aceleración de procesos de inversión que puede terminar convirtiéndose en un círculo virtuoso.
- Esto aumenta el atractivo de inversión del país, entonces.
- El escenario de inversión y la dinámica de Chile son atractivos en cualquier circunstancia. Hay apetito por riesgo chileno. Diría que incluso Chile debe emitir bonos dentro y afuera del país, para establecer benchmarks para su curva de tipos, y que sirva de referencia para las empresas. Porque hay una escasez de deuda en el mercado local.
- ¿Será un año seco en deuda corporativa?
- Sí, pero por buenas razones. Las compañías chilenas de verdad hicieron muy bien sus deberes el año pasado, de tener una situación financiera muy sólida, por lo que no hay una presión inmediata para conseguir financiamiento. Entonces es lógico esperar que el volumen de operaciones sea menor.
- ¿Cuán sostenibles son las señales de repunte económico tanto en Chile como el mundo?
- Esta fue una crisis muy profunda, se ocuparon todos los medios para amortiguarla lo más posible, y se están comenzando a ver materializaciones de todo lo que ha pasado, sobretodo en Estados Unidos y en los mercados emergentes. Evidentemente, como la economía es tremendamente dinámica, también han surgido problemas para esa recuperación, como es el caso de la crisis de deuda pública y déficit fiscal de Grecia.
- Pero se advirtió el año pasado que el nivel de endeudamiento de los países, producto de los planes de rescate en la crisis financiera, iba a subir. ¿Debiera sorprender que Grecia, España y Portugal hayan caído en déficit?
- No debería haber sorpresa. Que los gobiernos iban a tener déficit fiscales motivados por las medidas de amortiguación, se dijo desde un inicio. Pero España tenía hace un año superávit fiscal. Claramente hay que hacer mejoras estructurales, para que los próximos superávit y la reducción actual del déficit, sea sostenible en el tiempo.
El problema es que se ha hecho una simulación a futuro, de mantenerse la situación actual de forma lineal, y se proyecta que la deuda pública española iría por sobre el 100% del PIB.
Pero no es comparable con la situación de Grecia, que sí tenía una deuda de su PIB muy importante y un déficit fiscal que arrastraba de mucho antes que la crisis.
Pero una cosa es hacer los ajustes de mercado y otra distinta son los ajustes estructurales, que requieren un consenso político y social. Y eso lleva su tiempo.
- ¿En el intertanto, qué efectos observaremos en el mercado europeo?
- No veo un problema de ruptura del euro, pero sí de ajuste de esta problemática que va a seguir sucediendo durante un tiempo. Si esto se va solucionando de manera ordenada, porque la reducción del déficit es dura pero es posible, el riesgo de contagio es pequeño. Y si esto termina siendo acotado a Europa, veo que estaremos en al senda de recuperación.
- La crisis generó serios cuestionamientos a cómo opera el sistema bancario, con regulaciones pendientes en EE.UU. y Europa.
- Una cosa es regulación y otra es supervisión. Hay una evidente politización del tema, y meter a todo el sistema bancario en el mismo saco no es correcto, porque hubo ciertamente bancos que cometieron abusos pero Santander pasó la crisis. La regulación es mejorable, sin duda, pero el tema pasa por la supervisión. Si van a mejorarla, debe ser más estricta y con sanciones durísimas.