Putin volverá a ser presidente, pero no podrá acallar demandas por más democracia
También tendrá problemas para cumplir sus promesas de subir los salarios a uniformados, médicos y profesores, y deberá lidiar con el problema del gasto.
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Según los últimos sondeos, el primer ministro Vladimir Putin obtendrá una cómoda victoria en primera ronda en los comicios presidenciales del domingo. Su popularidad, aunque es inferior al 80% de 2008, creció en los últimos días gracias a algunas promesas populistas para que el dinero llegue a todos, desde maestros a militares. Sin embargo, aunque su popularidad y la falta de rivales creíbles garantizan su victoria, hay pocas señales de que se acaben las protestas desatadas tras los comicios parlamentarios de diciembre. Putin volverá a la presidencia, pero los rusos no dejarán de pedir más democracia.
El 24 de febrero, un sondeo le otorgó 63%-66%, cuatro veces más que su rival más cercano, el comunista Gennady Zyuganov. Todas las encuestas sugieren que se recupera tras mínimo por debajo de 40% a mediados de diciembre, tras anunciar que intercambiaría cargos con el actual presidente, Dmitry Medvedev. El apoyo a Zyuganov, en cambio, ha permanecido en torno a 15%. Y ninguno de los rivales de Putin se ha convertido en la voz de los manifestantes. De los cuatro que compiten con él, sólo uno, el millonario Mikhail Prokhorov, ha subido en los sondeos, de 1% a 6%, insuficiente para ser un contendiente creíble.
¿Entonces qué?
La pregunta no es si Putin volverá a la presidencia que ocupó dos veces en 2000-08, sino qué hará con su victoria y cuánto tiempo podrá gobernar en medio de un creciente rechazo en importantes segmentos de la sociedad rusa. Además, una victoria suya sospechosamente exagerada podría desatar las protestas surgidas tras los comicios legislativos, que su partido Rusia Unida ganó con poco menos de 50%, tras los dos tercios obtenidos en 2007.
Putin claramente estaba nervioso por la magnitud de las protestas, en que decenas de miles de personas pidieron repetir las elecciones. Los organizadores anunciaron que la próxima se realizará una semana después de la votación, para mantener la presión sobre Putin por cambios democráticos.
Generalmente las protestas han sido toleradas, con poca violencia y escasos arrestos. El Kremlin ignoró la demanda de repetir los comicios, pero hubo algunos gestos para apaciguar el descontento, en particular mediante la reintroducción de elecciones directas de gobernadores regionales (que Putin abolió en 2004). Putin también organizó su propio mitín en un estadio de Moscú para demostrar su popularidad. Fueron 130.000 personas el 23 de febrero, según la policía, mayormente gente joven declarando su “Fe en Putin”. Aprovechó la ocasión para dar un toque nacionalista al decir que no permitirá que la soberanía rusa sea violada por “nadie”. Fue un mensaje que repitió al presentar el lunes su política exterior en un artículo periodístico.
Asertivo
Su firme postura en política exterior también lo favorece entre los votantes, como cuando lanzó duras críticas a EEUU.
En un artículo en Moscovskie Novosti advirtió contra un ataque militar a Irán y un “escenario libio” liderado por EEUU en Siria (tras las duras críticas internacionales a Rusia y China por vetar la resolución de Naciones Unidas al respecto este mes). “La raíz del problema”, explicó, es que “los estadounidenses se han vuelto obsesivos con la idea de ser absolutamente invulnerables”. También culpó a agitadores extranjeros por las manifestaciones en Rusia, lo que desató temores de que las relaciones con EEUU puedan dañarse nuevamente bajo Putin tras el “reset” hecho por Medvedev.
Putin también lo prometió todo para ganar votos en vista de las protestas, como duplicar los sueldos de la policía y el gasto militar; subir los salarios de médicos y maestros y reducir el costo de la medicina, entre otras medidas. En total, sus promesas electorales podrían costar al presupuesto un 5% del PIB en 2018. El respetado ministro de Finanzas, Aleksei Kudrin, fue despedido el año pasado tras denunciar que el gasto público se estaba volviendo insostenible.
Será difícil para Putin ignorar estas promesas cuando gane otro mandato como presidente. En algún momento tendrá que enfrentar los problemas del gasto, así como tendrá que lidiar con las continuas demandas de mayor democracia. Incluso algunos estrechos aliados han dicho que debería prometer que no buscará un cuarto mandato. Putin ganará los comicios y un tercer período, pero no puede silenciar las crecientes demandas de más democracia, ni restaurar su aura de invencible.