Desaceleración de Brasil: el estímulo ya no es suficiente
Los analistas llaman a realizar reformas estructurales para acabar con los cuellos de botella.
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Por Isabel Ramos/Marco fajardo
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, anunció la semana pasada una serie de medidas para estimular el crecimiento, que ha evidenciado desaceleración desde el año pasado. Sin embargo, los esfuerzos de corto plazo serían insuficientes para resolver los problemas de fondo de la mayor economía de Latinoamérica, y que la mantienen creciendo lejos de su potencial. Su éxito o fracaso no es indiferente para Chile. Lo que ocurra con Brasil no sólo repercutirá sobre toda la región, sino que el país amazónico es el segundo destino para la inversión directa de Chile.
El año pasado, el país decepcionó a los inversionistas al crecer sólo 2,7%, después de una expansión de 7,5% en 2010. En los últimos tres meses del año, la economía apenas se expandió 0,3% frente al trimestre anterior, y la industria sufrió una contracción de 0,5% en el mismo período. Esto motivó a la gobernante a aplicar varias iniciativas: el banco central decretó cinco rebajas consecutivas de la tasa de interés de referencia, la tasa Selic, el gobierno subió los impuestos a la importación de autos y se volcó a contener la apreciación del real.
Como esto probó ser insuficiente, la presidenta Rousseff anunció un segundo plan de estímulo la semana pasada (similar al de 2011). Entre otras medidas, el programa contempla una reducción de los impuestos a la renta para impulsar las contrataciones (lo que beneficia a sectores como textiles, plásticos y la industria automotriz) y la inyección de 45 mil millones de reales
(US$ 24.600 millones) a las arcas del banco de desarrollo estatal, el Bndes (que entrega préstamos subsidiados a las empresas y que es la mayor fuente de financiamiento a largo plazo del país, especialmente para los proyectos de infraestructura).
Pero como esto podría no ser suficiente para que Brasil crezca 4,5% este año, el gobierno estaría listo para introducir nuevas medidas en diciembre, publicó O Globo.
Las autoridades también están inyectando estímulo a la economía a través del banco central. Los analistas esperan que el banco vuelva a reducir la tasa Selic este mes, a 9%, acercándose a niveles mínimos récord. La institución tiene espacio de maniobra, ya que la inflación se moderó más de lo esperado en marzo, con el índice referencial IPCA subiendo 0,21% en marzo, una baja respecto del aumento de 0,45% de febrero.
Solución de largo plazo
La presidenta culpa del bajo crecimiento a las políticas expansivas de los países desarrollados, que han provocado un tsunami monetario (los flujos de ingreso de capital a Brasil sumaron más de US$ 13 mil millones en enero), haciendo que el valor del real se dispare frente al dólar. Asimismo, responsabiliza a las medidas que usan los países exportadores como China para mantener sus divisas artificialmente bajas. Los críticos de la administración Rousseff, por su parte, apuntan sus dardos a las políticas crecientemente proteccionistas de la gobernante.
Sin embargo, el problema de fondo, aseguran analistas, se encuentra en el “custo Brasil”, un término que hace referencia a los cuellos de botella que han reducido la competitividad de las industrias brasileñas: una mezcla de impuestos altos, una estructura tributaria ineficiente, una burocracia agobiante, la falta de preparación de la fuerza laboral y una inversión insuficiente en infraestructura (la logística y distribución se ven seriamente afectadas por el mal estado de los puertos, carreteras, aeropuertos y vías férreas).
“Hay una percepción generalizada de que es necesario hacer algo y en el corto plazo, por la pérdida de participación de la industria en el Producto Interno Bruto y de las manufacturas en las exportaciones, el déficit en la balanza comercial de algunos productos y porque se cree que el bajo dinamismo del año pasado y el primer trimestre de este año tiene que ver con el bajo dinamismo del sector manufacturero”, dijo a DF el economista brasileño Renato Baumann, miembro del think tank gubernamental IPEA.
Según Baumann, la desaceleración se explica por un conjunto de factores. A nivel externo la competencia de los productos asiáticos ha quitado espacio a la industria brasileña, incluso en el mercado interno. A eso se suman los conflictos comerciales con Argentina, México y Estados Unidos.
A nivel interno, en tanto, el aumento de la demanda no ha sido satisfecho por la industria local, sino por las importaciones, ya que la baja competitividad sistémica del sector manufacturero y la falta de agenda de mediano plazo no le permiten ajustarse a las nuevas necesidades.
Por eso, aseguró, “las medidas de estímulo anunciadas por Dilma Rousseff, si bien son positivas, al parecer son muy limitadas. Se necesitan reformas mucho más profundas, como ampliar la inversión pública, que es muy baja, y enfocadas en temas como las tasas de cambio, de interés y de disponibilidad de crédito”.
Crecimiento para 2012
Los analistas de Morgan Stanley, por su parte, prevén un crecimiento de sólo 3,5% para este año. “Las presiones de los costos laborales harán que el sector industrial sea incluso menos competitivo”, escribieron en una nota a clientes.
La Economist Intelligence Unit es aún más dura, y pronostica un crecimiento de 3,3%. “Es probable que las medidas de estímulo más recientes tengan sólo un impacto marginal en el desempeño industrial”, aseguró en un análisis reciente.
Según la EIU, resolver los cuellos de botella requerirá un fuerte compromiso para impulsar reformas estructurales profundas, “pero el gobierno actual parece no dispuesto -pese a su mayoría en el Congreso, o políticamente capaz de hacerlo”, ya que está enfocando sus energías en resolver las disputas internas de la coalición.
El legado del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva fue la reducción de la pobreza. La pregunta abierta es si el legado de Rousseff será el fin de la falta de competitividad de la industria brasileña.